Según especialistas, el país tiene “intentos” de rellenos sanitarios, pero ninguno lo es por completo. De seguir así, prevén escasez de lugares para depositar residuos, agua y cultivos limpios.
Por Carmen Maldonado Valle
Cada año, la Universidad de Leeds, Inglaterra, actualiza su mapa de proyección de desechos sólidos a nivel mundial. De acuerdo con él, Guatemala genera al menos 2 millones 285 mil 716 toneladas anuales de desperdicios y es el país con mayor producción en Centroamérica. Aunque la demanda es alta, ambientalistas advierten que los espacios para procesar los residuos son pocos, desorganizados y están cada vez más cerca del colapso.
“Si no se actúa sobre ellos, en unos años o quizá meses seremos el próximo Xela: con conflictos por la basura y con los desechos acumulados en casa porque las ciudades no tendrán lugares adecuados para disponer de ellos”, advierte el ingeniero César Massella, especialista en el manejo de desechos sólidos.
El problema al que se refiere se remonta a 2019, el año electoral, cuando el ahora alcalde de la cabecera de Quetzaltenango, Juan Fernando López, prometió a los vecinos del Valle de Palajunoj derogar el Plan de Ordenamiento Territorial. Asumió el cargo y tras dos años el ofrecimiento no se cumplió, por lo cual en marzo de 2022 los pobladores impidieron el acceso a camiones para depositar basura en el botadero localizado en ese sector.
La situación generó acumulación de residuos en los hogares, conflictos entre los habitantes y también problemas para los municipios aledaños. En Zunil, por ejemplo, hubo protestas tras la instalación de un vertedero provisional allí por parte de la alcaldía de Quetzaltenango. En Almolonga, en tanto, la municipalidad recoge cada vez más desperdicios depositados a la orilla de la carretera a raíz de esta situación.
“En Guatemala hay basureros, vertederos controlados e intentos de rellenos sanitarios, pero ninguno cumple con el ideal de tratamiento. El problema de Xela no es lejano. Solo pensemos qué pasara cuándo cierre el botadero de AMSA”, sostiene Massella.
Tactic y AMSA, los ejemplos inmediatos
César Barrientos es ingeniero ambiental, experto en el manejo de desechos sólidos. Le apodan “el basurólogo”. Coincide con Massella en que el futuro ya llegó y una muestra de ello es el botadero de Tactic, Alta Verapaz, el cual fue pensado para funcionar durante 20 años, pero serán 26 porque su cierre técnico no se planeó hasta 2021.
Desde 2012 un informe de la Universidad de San Carlos (Usac) lo catalogó como un lugar propicio para la proliferación de bacterias y roedores, la generación de enfermedades y la contaminación de recursos naturales debido a la falta de manejo en los desechos. Ocho años después, el Ministerio de Ambiente y Recursos Naturales (MARN) lo declaró “fuera de control”, los vecinos se quejaban por el mal olor en el lugar y se convirtió en un riesgo por la falta de higiene y los incendios generados por la acumulación de gases.
“Sin tratamiento, los residuos producen metano y allí comienzan los incendios. Las personas alrededor se arriesgan a enfermedades respiratorias, contaminación del aire, suciedad y a la aparición de animales cerca de sus casas”. Entre 2019 y marzo de 2022, cinco alcaldías pagaron al menos Q590 mil 105 en apagar las llamas en sus basureros.
También menciona un ejemplo cercano a la capital: el vertedero administrado por la Autoridad para el Manejo Sustentable de la Cuenca del lago de Amatitlán (AMSA), ubicado en el kilómetro 22 de la carretera al Pacífico. Al menos 32 municipios llevan allí sus desperdicios y en él ocurrieron tres incendios durante enero y febrero de 2021.
Edgar Zamora, director de la entidad, reconoce como origen del fuego la acumulación de gases porque el botadero sobrepasó su capacidad y por eso cerrará sus puertas en julio de 2022. Las alcaldías depositarias de desechos deben tener un nuevo lugar para entonces, pero al consultar con Villa Nueva y Amatitlán, las cuales llevan la mayoría de residuos a AMSA, admiten no tener aún un lugar listo.
A tres meses del cierre, el plan es utilizar 20 manzanas de terreno adquiridas por Villa Nueva en 2016 por Q15 millones 97 mil 600, pero están en medio de un litigio por una presunta sobrevaloración. El jefe de comunicación de la alcaldía, Byron Morataya, niega la existencia de inconvenientes para utilizarlas, pero al preguntarle si ya empezaron los trabajos para adaptarlas como relleno sanitario, dijo que aún se realizan estudios ambientales.
Massella ha trabajado en la recuperación del basurero de Panajachel (Sololá) y en la gestión de residuos en el vertedero de Antigua Guatemala (Sacatepéquez). Por esta experiencia estima en promedio tres a cuatro años para habilitar un relleno sanitario nuevo: “La construcción dura de seis a 12 meses, según la magnitud, pero los trámites en el MARN y los procesos administrativos pueden tardar hasta tres años. El proceso es lento y por eso se debe iniciar con anticipación”.
Las consecuencias
Si no se plantea una solución ante el cierre del vertedero de AMSA y la falta de manejo de desechos en el país, Massella y Barrientos anticipan que cada vez más municipios serán “el próximo Xela” por no tener dónde depositar la basura. Aun así, no será la única crisis ocasionada por este problema.
Cifras del Instituto de Investigación y Proyección sobre Ambiente Natural y Sociedad (Iarna), advierten la contaminación del 90 por ciento de los ríos en Guatemala a causa de residuos sólidos y líquidos no tratados. Esto disminuye la disponibilidad de fuentes naturales de agua limpia.
La cadena continúa, porque de esta agua beben los animales y con ella se riegan las cosechas, y ambos acaban en alimento para el ser humano. De hecho, para 2018 científicos de Orb Media determinaron cómo en el agua potable y alimentos hay microplásticos, los cuales provienen de desechos no tratados, pues viajan y se desintegran, pero no desaparecen.
Algunos ejemplos de contaminación de cuerpos de agua son el río Villalobos y el río Cahabón. Una investigación de la Universidad de San Carlos estima la emisión de hasta 275 mil 205 kilogramos de sólidos contaminantes al día en el primero. En el segundo, por su parte, no hay registros de una medición exacta, pero un informe elaborado por la municipalidad de Tactic muestra cómo los residuos provenientes de su basurero terminan en esta fuente de agua.
Además, la falta de tratamiento puede aumentar la proliferación de vertederos clandestinos. Según el MARN, en Guatemala hay por lo menos 2 mil 370 basureros sin estudios ambientales y, por lo tanto, sin autorización.
A decir de Barrientos y Massella, los efectos causados por la contaminación en los recursos naturales, en el medio ambiente y en la economía ya comenzaron, pero eso no implica dejar de actuar para frenarlos. Aun así, en Guatemala la obligación de tener plantas de tratamiento de desechos sólidos y aguas residuales se evaluará hasta 2023, según los reglamentos establecidos para ello, pero aún no se crea cómo se sancionará a quienes no cumplan con esta disposición.