La temporada de lluvias empezó y con ella pueden venir desastres, pero los alcaldes aún pueden anticiparse a ellos.
Por Carmen Valle
La lluvia inició en Guatemala y no terminará al menos hasta noviembre. Todos los años se reportan incidentes a causa de riesgos no analizados durante la época seca. Aunque el agua ya está aquí, los alcaldes aún pueden prevenir futuros incidentes y no solo responder si se producen desastres.
Yojana Miner comunicó riesgos durante ocho años desde la Coordinadora Nacional para la Reducción de Desastres (Conred). De acuerdo con ella, la prevención es la clave para evitar la misma historia de cada época lluviosa: personas desaparecidas, muertas, bienes perdidos, desalojos o cualquier otra situación que les afecte, y los alcaldes, al ser la autoridad más cercana a la comunidad, tienen un papel crucial en ella.
“Estamos acostumbrados a solo reaccionar y llevar comida cuando la gente ya está sin casa o rescatistas cuando sucedió el deslave. No pensamos cómo eliminar la vulnerabilidad de raíz”, explica. “Un riesgo no se convierte en amenaza si no hay alguien vulnerable en el lugar. El rol municipal es reducir la posibilidad de la gente de ser afectada”, señala.
Los vulnerables ante las lluvias
Miner es también antropóloga. De acuerdo con ella, existen tres aspectos que pueden no estar suficientemente protegidos, no porque las lluvias sean malas, sino porque no hay una buena gestión humana cuando llegan. El primero son las personas, pues cuando sucede un deslave, una inundación o cualquier otro evento, ellas son las principales víctimas. Algunas se quedan desprotegidas, otras desaparecen, otras mueren.
El segundo tipo son los bienes y, con ello, el desarrollo. Al suceder un desastre pueden ser vulnerables las casas, carreteras y edificios. Aun así, también lo es, por ejemplo, la tienda donde se abastece toda una aldea, y si esta queda soterrada, se elimina el motor económico de una familia y quizá la fuente de alimento de otras.
El tercero es la naturaleza, pues también hay vulnerabilidad en los ríos usados por las personas para obtener agua, los árboles que producen sombra o el suelo donde se cultivan especies nativas. Se pierden cosechas, alimento y meses de trabajo invertidos en ellas.
La clave para los alcaldes: conocer su territorio
“La Conred da mapas de puntos de riesgo, pero estos no funcionan si no se conectan con cómo vive la gente, cómo se comporta o dónde se asienta”, sostiene la especialista. “¿Por qué todos los años llega la lluvia, hay un deslave y nadie sabe cuántos desaparecidos hay? Porque los alcaldes no conocen cuánta gente había en la comunidad, cuántos eran niños, cuántos ancianos. La clave es conocer”, añade.
Para obtener información sobre las vulnerabilidades, Miner recomienda a los alcaldes cruzar los datos de nacimientos o incluso los del último censo. También ve importante acudir a los caseríos, determinar cuántas casas hay, cuáles están en riesgo, de qué se abastecen y cuántos habitantes hay.
De ese modo, las comunas podrán prepararse para desalojar antes de un desastre. También, si sucede, sabrán dónde ubicar los albergues, cuántos recursos deben tener para los refugiados e, incluso, dónde se pueden salvar vidas con acciones sencillas, como reforzar los techos.
Miner reconoce que la temporada seca es la ideal para hacer estos mapeos. Aun así, no ve en las lluvias actuales un obstáculo para realizarlos porque aún no hay incidentes mayores y, a su criterio, los alcaldes aún están a tiempo para prevenir cuanto pueda pasar durante los próximos cinco meses.