Nadie regula el precio del agua. En Ciudad de Guatemala los cobros van de Q100 a Q250 al mes y, en sectores donde el recurso es escaso e instalan cisterna, la factura de energía eléctrica sube.
Por Kristhal Figueroa
Según la Encuesta Nacional de Empleo e Ingresos del Instituto Nacional de Estadística (INE) de 2022, el 78 % de las viviendas guatemaltecas estaban conectadas a una red de distribución de agua. El costo del servicio no estaba en la conversación, sigue sin estarlo.
Tratar el agua tiene un precio, según el economista Marco Vinicio Cerezo de la Fundación para el Ecodesarrollo y la Conservación (Fundaeco). Se debe invertir en la protección de los bosques, las fuentes de agua y las zonas de recarga del acuífero. “Eso debemos incluirlo en el precio (que se paga)”, señaló.
Nadie regula el precio del agua en Guatemala. En 2016, el Congreso conoció una iniciativa para aprobar la Ley Marco del Agua. Proponía crear una Autoridad Nacional del Agua, la cual, según el artículo 7, establecería “un sistema progresivo de tarifas, conforme a las cuales los gobiernos municipales cobrarán el consumo del agua”.
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Sin embargo, la iniciativa se encuentra estancada en el organismo legislativos desde entonces. Las tarifas dependen de los proveedores del servicio. En Ciudad de Guatemala hay de dos tipos: la Empresa Municipal de Agua (Empagua) y privadas. Para Cerezo el agua “tiene un precio establecido, pero es fragmentado. Depende de la oferta y la demanda (…) Es completamente arbitrario y discrecional”.
Se consultó a vecinos de varias zonas y residenciales de municipios del área metropolitana que compartieron cuánto pagan y como se las apañan cuando el servicio municipal no es constante.
La escasez, el problema diario
El acceso al agua es un derecho humano, reconocido por la Asamblea General de las Naciones Unidas. Pero no todos los habitantes de Guatemala la tienen. En algunas zonas de la capital, su demanda aumentó junto a la densidad poblacional. Según el Centro de Estudios Urbanos y Regionales (CEUR) de la Universidad de San Carlos de Guatemala (Uasc), las zonas 21, 12, 7 y 18 presentan mayor escasez y demanda. “La escasez expone un rasgo de desigualdad en su distribución vinculada a la diferencia de clases sociales e intereses comerciales”, se lee.
En el residencial Prados de Monte María, zona 12, una vecina paga Q100 mensuales a Empagua. El agua fluía sin problemas hasta hace un par de años, cuando construyeron edificios de apartamentos. “Cada vez que levantan un edificio, el flujo de agua baja. Hay días que ni la recibimos. Cuando construyan más será peor”, señaló.
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Esta realidad se repite en distintos sectores. En zona 7 pagan Q100 por el servicio a Empagua, pero solo llega por las noches, compartió un parroquiano. En zona 2, “pagamos entre Q100 y Q200 al mes. El agua solo llega dos veces al día, durante tres horas en la mañana y por la tarde”, dijo una vecina de las cercanías del parque Jocotenango.
Los residentes de áreas donde el recurso escasea, invierten en cisterna. “Salió carísimo, más de Q30 mil ”, contó una de las entrevistadas. El llenado les aumenta el precio del servicio. Otra vecina cercana al parque Colón, zona 1, paga entre Q100 y Q200 por el servicio. Con el uso de la cisterna, su factura de electricidad aumentó entre Q700 y 800 al mes. “Son Q400 o Q500 más de lo que consumía”, hizo cuentas.
La escasez de agua responde a la manera en que la ciudad fue configurada. Según el sociólogo, Steven Herrera, es consecuencia de la migración interna de los años noventa. La población recién llegada se asentó en áreas no delimitadas como espacios para vivir. En barrancos, y lugares no habitables. «Allí, el acceso al agua potable y a las tuberías para bombearla hacia las distintas zonas se hizo cada vez más complicado”, señaló el sociólogo.
Los servicios de agua privada
En municipios del área metropolitana las nuevas colonias se surten de agua por medio de empresas privadas. En algunos residenciales, condominios y torres de apartamentos, el pago se realiza a la administración, pues tienen pozos privados. Por ejemplo, en Santa Delfina, ubicado en la zona 2, una vecina paga Q150 mensuales por el servicio de agua. Tiene agua a cualquier hora.
“Pero se están secando los pozos de la colonia y usar los servicios municipales implicaría que la colonia pase por los problemas de las demás colonias de los alrededores, que pasan días sin agua”, le preocupa a un vecino de Los Olivos, zona 18. Al mes paga Q262.
“Irónicamente, en Guatemala, mientras más pobre eres, mientras más vulnerable eres, probablemente estés pagando más por el agua”, señaló Marco Cerezo. El economista lo explica así: en un condominio urbanizado, un vecino pagará Q1 por una paja de agua (60 mil litros). En contraste, una persona que no recibe agua entubada, pagará Q1 por cada 10 litros de una pipa (transporte de agua) donde llenará sus recipientes. Una persona pobre llena un tonel probablemente a Q3 el litro y un garrafón, a Q1 por cada litro.
En algunos condominios urbanizados, el pago por el agua está adherido al de otros servicios. Por ejemplo, según Steven Herrera, se paga Q800 por el acceso al agua, la extracción de basura y el mantenimiento de las áreas verdes. “Si no lo pagan todo, les cortan el agua. Desde mi perspectiva, va en contra de los derechos humanos porque el acceso a ella es primordial”, señaló.
Una Ley de aguas vendría a normar su consumo, sugiere Herrera. De momento, la escasez solo podrá ser solucionada si existe una planificación urbana. “Los proyectos residenciales tienen que ser estratégicos, no se puede seguir construyendo sin hacer uso de los recursos cívicos”, finalizó.