Zona 21: “En el primer nivel recibimos un hilo de agua, del segundo al cuarto, nada”

24 marzo 2021

Miriam Mejía es vecina de Nimajuyú, donde el servicio de agua se volvió irregular desde hace tres años. Su hija vivía tres pisos arriba, pero se mudó con ella porque al cuarto nivel no llegaba ni una gota.

Por Carmen Maldonado Valle

Entre los que están mal y los que están peor, agradezco estar en el primer grupo. Llevo al menos diez años de vivir en Nimajuyú y una de las razones por las que compré el apartameto fue que hay pozo propio, creí que era garantía para tenerla agua de por vida. Hace tres años las cosas cambiaron.

Vivo en el primer nivel y mi hija en el cuarto. En 2017, un día noté que el agua no vino con la misma presión de siempre, caía muy poca. Mi hija me pidió permiso para bañarse aquí porque a su apartamento solo llegaba aire al encender la ducha. Hizo lo mismo todos los días durante dos meses, entonces decidió mudarse conmigo y ahora aprovechamos entre las dos el chorrito.

Vimos cómo durante la noche aumenta un poco la presión, entonces decidimos acostarnos más tarde. A partir de las 9:00 de la noche lavamos la ropa, nos bañamos y llenamos cubetas para el día, sobre todo porque no nos queremos contagiar de COVID-19 y queremos lavarnos las manos la mayor cantidad de veces posible.

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Hemos enviado varias notas a la alcaldía auxiliar, pero sin recibir respuesta. Tampoco sabemos por qué casi no tenemos agua, si antes estaba las 24 horas y de un día a otro se arruinó. Lo que sí sabemos es que todo nuestro estilo de vida cambió.

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Además de tener un horario extendido para hacer el oficio durante la noche ya no dormimos bien porque los vecinos de pisos arriba hacen turnos para llenar sus toneles de agua. Son ruidosos pero no vamos a reclamarles porque no es su culpa, no todos tienen la suerte de acceder aunque sea a un chorrito.

Aunque la diferencia entre el volumen de agua de antes y el de ahora es abismal, la cuota se mantiene. Pagamos Q62 de agua, la misma cuota para todos los edificios y eso sí lo cobran con puntualidad, porque si no amenazan con ponernos mora.

De vivir sola pasé a compartir un apartamento. De tener agua en abundancia, pasé a desvelarme para acceder a ella. Nos limpiamos las manos con gel antibacterial porque no tenemos suficiente agua, y decidimos tirar las plantas porque regarlas implica sacrificar un vaso que nos podríamos tomar.

Así es vivir sin agua en Nimajuyú en medio de una pandemia.

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Mirja Valdes

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