Yumanes, Santa Rosa, no tiene servicios de salud. Las remesas los proveen

02 agosto 2021

En esta aldea del suroriente sin puestos médicos, los vecinos costean sus consultas privadas con dinero del extranjero.

La entrada a Yumanes, aldea ubicada a 14 kilómetros de Nueva Santa Rosa. Foto: Carmen Maldonado Valle.

Por Carmen Maldonado Valle

En 2010 la aldea Yumanes, ubicada en Nueva Santa Rosa, Santa Rosa, no tenía un puesto o centro de salud. Once años han pasado y el Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social (MSPAS) registra que la situación no ha cambiado. Los vecinos, sin embargo, encontraron una solución: usar las remesas para financiar tratamientos médicos.

Lidia Rodríguez es un ejemplo. Tiene 36 años y es madre de cinco, pero solo cuatro están en casa porque su hija mayor y su esposo emigraron hace cuatro años y medio a Estados Unidos. Ambos trabajan, él como albañil y ella como ayudante en una cafetería de Boston, Massachusetts.

El cuarto hijo de la familia, Manuel, tiene nueve años y desde que nació tiene asma grave. Durante los primeros años, cuenta su mamá, se le trató con remedios naturales o se le llevaba al puesto de salud de Lo de Diéguez, Fraijanes, cuando su cuadro se complicaba. La familia no tiene carro y llegar hasta allí implicaba caminar 15 kilómetros.

“Mi esposo se fue para darnos una mejor vida y, aunque yo no quería, mi hija decidió acompañarlo porque quería prosperar. Contactaron a un coyote y  les tomó once días en llegar”, explica Rodríguez en la escuela de Yumanes, mientras espera a la maestra para entregarle las tareas de sus hijos menores. Ahora sus familiares son migrantes irregulares y cada mes envían a Guatemala entre Q5 y Q6 mil.

“De ese dinero quito una parte para la medicina de Manuel. Ahora ya no caminamos, sino pagamos a alguien que nos lleve a Pavón (colonia en Fraijanes, Guatemala) donde un doctor privado lo atiende”, dice Rodríguez. “Como ha mejorado ya no vamos tan seguido, pero cada cita con todo y medicinas cuesta Q600 o Q700”, añade.

De acuerdo con el último censo realizado por el Instituto Nacional de Estadística (INE), en Yumanes viven 1 mil 84 personas. Se trata de una aldea a 38 kilómetros de la capital y al llegar el clima es caluroso y seco. Aunque la carretera principal está asfaltada, muchas casas se ubican en pendientes a donde no llegan los vehículos.

La casa de la familia Raymundo Rodríguez es la última en una de las colinas de Yumanes. Foto: Carmen Maldonado.

En la cima de una de la colinas vive la familia Raymundo Rodríguez. Antes de la partida del padre y la hija más grande, llevar a Manuel al puesto de salud de Lo de Diéguez significaba caminar una hora. Dos, si buscaban más medicinas en el centro de atención permanente del centro de Fraijanes.

La alternativa era acudir a los servicios de Nueva Santa Rosa, pero dejaban de atender a las 15 horas y el horario de trabajo de Rodríguez no le permitía llegar a tiempo, entonces debían ir hasta la cabecera. Allí podían ir al puesto de la aldea Amberes, a hora y media a pie.

En el plan de desarrollo municipal de Nueva Santa Rosa, mejorar el acceso a la salud era una de las prioridades para 2019. De hecho, se lee en el documento, seis de cada diez niños en el lugar padecen enfermedades respiratorias, como Manuel. Otras afecciones comunes son las molestias estomacales, parasitosis e infección urinaria.

Al consultar en la alcaldía qué proyectos hay para mejorar el acceso a la salud, el personal indicó que esa es responsabilidad del MSPAS. De hecho, en Guatecompras no hay concursos de la comuna relacionados con este servicio. Por otro lado, se contactó al ministerio para obtener su postura ante la falta de cobertura en 14 de las 23 aldeas del municipio, pero al cierre de esta nota no hubo respuesta.

“El viaje nos cambió la vida”

Tras entregar las tareas de sus hijos en la escuela, Rodríguez invita a subir la pendiente hasta su casa. Al llegar se le pregunta cómo fueron los once días en espera de noticias de su esposo y su hija hace cuatro años. Mira hacia arriba, suspira y responde: “Una agonía por no saber de ellos. Lloré mucho y quisiera tenerlos aquí, pero el viaje nos cambió la vida. Mi hijo ya respira bien, pero su medicina nunca se habría pagado si mi esposo aún fuera albañil aquí”.

En 2016 ella se convirtió en una de las 98 mil 404 mujeres en Santa Rosa con familiares en el extranjero, según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM). Su familia es una de las 24 mil que cada año (en promedio) reciben remesas en el departamento, calcula el Banco Interamericano de Desarrollo.

Los patrones de uso de las remesas en las familias guatemaltecas cambian, porque en 2010 la mayor parte de este ingreso se utilizaba en satisfacer necesidades básicas, mientras seis años después la prioridad fue la inversión a largo plazo, dice Fabián Juárez, analista de la Asociación de Investigación y Estudios Sociales (Asíes).

“Cuatro años más tarde volvemos a ver un cambio sustancial porque a raíz de la pandemia el mayor gasto volvió a ser la alimentación y el consumo, y se vio un aumento en el presupuesto dedicado a salud”, sostiene. Para esto pudo influir la pérdida de empleos durante 2020 o la necesidad de medidas para combatir el coronavirus, agrega.

Desde la partida de su esposo, Lidia Rodríguez se propuso usar solo la mitad de la remesa para necesidades inmediatas, como las medicinas de Manuel, la comida y materiales educativos para los niños. La otra mitad se va por completo en materiales de construcción para su vivienda.

Antes, cuenta, vivían en una casa de lámina, pero con el dinero recibido en los últimos años pudieron hacer una de concreto. “Yo rezaba para que mi hijo pudiera respirar y se logró. Ahora me falta tener a mi hija y a mi marido, pero voy a acabar la casa para que cuando regresen vean los frutos de su trabajo”, concluye.

“Esta nota es producto del Taller “Periodismo y Migración” que imparte el International Republican Institute (IRI), bajo la coordinación de Laboratorio de Medios, S.A. a periodistas de diversos departamentos de Guatemala. (La asistencia financiera y técnica que el Instituto Republicano Internacional (IRI) otorga para esta actividad es provista por la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) y es posible gracias al generoso apoyo del pueblo estadounidense.) Los puntos de vista y opiniones expresados en esta nota son de los autores y no necesariamente reflejan la política oficial de USAID o del gobierno de los Estados Unidos”.

Beatriz Colmenares

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