Siete comunas invirtieron Q17.5 millones en proyectos (incompletos) contra la desnutrición

08 abril 2021

En una búsqueda rápida en Guatecompras, se encontraron iniciativas para mermar el tema del hambre que no atienden todos los problemas de sus alrededores.

Primera entrega de maíz en San Rafael Pétzal para disminuir la desnutrición. Foto: Municipalidad de San Rafael Pétzal.

Por Carmen Maldonado Valle

Entre el 1 de enero y el 7 de abril de 2021, siete alcaldías adjudicaron Q17 millones 571 mil 95 en concursos relacionados con reducir la desnutrición. Sus proyectos incluyen la compra de víveres, jabón, gallinas y fertilizantes, pero no son efectivos si no se cubren otras necesidades de los municipios.

La Política de Seguridad Alimentaria y Nutricional establece cuatro ejes principales para eliminar la desnutrición en Guatemala: asegurar la disponibilidad de alimentos, mejorar el acceso a ellos, capacitar a las personas para comer de forma saludable y aumentar el alcance de los servicios de salud y agua potable. “No se trata de incidir en uno detrás de otro. Si los planes de las municipalidades no atienden todos al mismo tiempo, no habrá muchos avances para acabar con el problema”, dice Andrea Aldana, defensora de seguridad alimentaria de la Procuraduría de Derechos Humanos (PDH).

La municipalidad de San Luis, Petén, implementó proyectos de este tipo en 2021. Invirtió Q367 mil 534 en aceite, espagueti y granos básicos a petición de la secretaria de obras sociales de la esposa del alcalde (Sosea), Hilma Ruiz. “Queríamos entregarlo todo a familias de escasos recursos con inseguridad alimentaria”, dice.

Sin embargo, en ese lugar solo tres de cada diez hogares tienen acceso a agua entubada según el censo realizado en 2018. De acuerdo con Guatecompras, la comuna planea perforar seis pozos para abastecer de este recurso, aunque aún no se presentan ofertas para ninguno.

Lo mismo sucede en Cobán, Alta Verapaz, donde seis de cada diez hogares no reciben agua entubada. Allí, la comuna contrató a la empresa Punto Químico de la Costa para que le provea fertilizantes por Q15 millones 843 mil 660. “Se lo solicitamos al alcalde porque queremos cultivar alimentos para nuestras familias y para vender. Si la municipalidad nos ayuda podemos ahorrar ese dinero e invertirlo en nuestras familias”, dice David Pop, presidente del Consejo Comunitario de Desarrollo del lugar.

De acuerdo con Andrea Aldana, los fertilizantes pueden ayudar con uno de los ejes: asegurar la disponibilidad de alimentos. “Pero no será efectivo por completo si no se atienden otras carencias en el municipio, como la falta de agua potable”, añade.

En Santa María Visitación, Sololá, también se unieron a esta lucha ya que el último censo nacional de talla lo calificó como “moderadamente vulnerable, con cuatro de cada diez niños de primer grado con un retardo en el crecimiento”. Por esa razón compró 23 mil 125 libras de harina por Q89 mil 725, además de 925 huevos, 4 mil 625 libras de azúcar y 925 libras de chocolate por Q71 mil 225.

Al preguntar al alcalde, Mario Dionisio, cómo el chocolate puede mejorar la alimentación de las familias, explicó que la municipalidad entrega bolsas con víveres a familias de escasos recursos. “Y solo lo incluimos (el chocolate) en esas canastas, pero no es el único producto. También damos huevos y granos básicos para ayudar”, agregó.

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En Santa María Visitación sí tienen agua, pero el acceso a la salud es limitado porque solo cuentan con un centro de atención permanente para enfermos. Dionisio reconoce esta debilidad. “Por suerte somos un municipio pequeño. Tenemos equipos modernos para los posibles pacientes, pero hasta el momento no hemos enviado medicamentos para que estén allí si alguien los necesita”, dice.

En San Rafael Pétzal, Huehuetenango, la comuna invirtió Q784 mil 80 en maíz para repartir a personas pobres “y así garantizar que se alimenten con algo sano”, explica el alcalde, Kalinery Morales. Su municipio tiene una vulnerabilidad muy alta ante la malnutrición, como consta en el censo nacional de talla. Él dice que se mejorarán los servicios de salud durante este año, pero no pudo precisar las acciones que tomará la municipalidad para ello.

Mientras tanto, Tacaná, San Marcos, compró 3 mil 300 gallinas por Q250 mil porque, como dice Eulalio De León (su jefe edil), las familias pueden comerlas, producir huevos o venderlas para tener un ingreso extra. Sin embargo, los gastos para mantenerlas pueden reducir el presupuesto destinado a las necesidades del hogar.

Te recordamos esta nota: Tacaná compró 3 mil 300 gallinas ponedoras para disminuir la desnutrición

El censo nacional de talla determinó que la mitad de los niños de primer grado en Sololá tienen un retardo en el crecimiento. Por esa razón, San Juan la Laguna invirtió Q89 mil 946 en pan, verduras y chocolate con el fin de llevarlo a personas de escasos recursos.

El jefe edil, Flavio Yojcom, atendió la llamada de Ojoconmipisto, pero al cuestionarlo sobre el acceso a la salud en San Juan la Laguna y sobre esta adjudicación, pidió ser contactado más tarde. Tras otras seis llamadas, no contestó a las preguntas.

En el mismo departamento está Santa Catarina Palopó, donde Cruz Sajvín, el alcalde, invirtió Q74 mil 295  en jabón en bola y en polvo para reducir la desnutrición, como indica Guatecompras. Se intentó hablar con él para saber más sobre este concurso, pero no respondió. También se llamó a la comuna donde la secretaria indicó que ni él ni el director de planificación estarían disponibles durante el día.

A criterio de la defensora de seguridad alimentaria, “un concurso por jabón puede de algún modo ayudar. La desnutrición también se da por enfermedades gástricas derivadas de la falta de higiene, entonces los productos de limpieza son útiles”.

Ricardo Barrientos, investigador del Instituto Centroamericano de Estudios Fiscales (Icefi), sostiene que hay una brecha entre las demandas de la Política de Seguridad Alimentaria y las adquisiciones de las municipalidades para atenderlas.

Para Aldana, la falta de capacidades de aprendizaje y el retardo en el crecimiento son irreversibles si no se combate de forma adecuada la desnutrición crónica durante los primeros mil días de vida de los niños. Barrientos, por su parte, sostiene que “esto solo se logrará cuando todas las instituciones, también las municipalidades, se apeguen a lo que exige la Política de Seguridad Alimentaria. Si no lo hacen, no vamos a avanzar”.