La COVID-19 llegó al país hace 14 meses y su huella es de 257 mil 167 casos positivos acumulados. De estos, 354 se registraron entre maestros del Mineduc.
Por Carmen Maldonado Valle
De acuerdo con el Ministerio de Educación (Mineduc), entre el 16 de marzo de 2020 y el 20 de mayo de 2021 se contagiaron de coronavirus 354 maestros del sector público y por esa causa murieron 29. Guatemala y Retalhuleu fueron los departamentos con más casos positivos, con 198.
Cuando llegó la pandemia al país se cancelaron las clases presenciales en los sectores público y privado. “Desde entonces tenemos las lecciones por videollamada, pero no todos los niños tienen dispositivos con capacidad para esta plataforma entonces también mandamos cápsulas cortas por WhatsApp”, explica Migdalia Cifuentes, maestra de una escuela en San José Pinula, Guatemala.
Para llenar la zona (clificación) de los niños, además de dejarles tareas en línea, las maestras elaboran hojas de trabajo. Los papás las recogen cada cierto tiempo y se fija una fecha para que las devuelvan resueltas por los estudiantes. “Para esas ocasiones sí debemos ir a la escuela, pero por un tiempo se suspendió cuando se confirmó el caso de una compañera. Nos asustamos al pensar en una posible propagación, pero gracias a Dios no hubo más infectados”, añade Cifuentes.
Ese fue uno de los 99 casos positivos de docentes de Guatemala. La misma cantidad contrajo la enfermedad en Retalhuleu. Los departamentos que les siguen son Sololá con 34, Jalapa con 26 y Jutiapa con 23, mientras los demás no superaron los 15 contagios.
También se propagó el coronavirus entre 255 empleados administrativos del Mineduc y cuatro de ellos fallecieron. Los mismos dos departamentos llevaron la delantera con el contagio: en las dependencias de Guatemala hubo 147 personas con COVID-19, mientras en Retalhuleu hubo 17.
“Validamos el sistema híbrido. Así atenderemos a los niños durante el ciclo escolar 2021”, dijo en octubre del año pasado la titular de la cartera, Claudia Ruíz. Este plan se hizo realidad el 22 de febrero de 2021, cuando los alumnos de municipios en alerta amarilla y anaranjada volvieron a las aulas, aunque no todos los días.
Un mes después, el ministerio de Salud suspendió las clases presenciales para centros educativos públicos y privados en las ciudades en alerta anaranjada a través del acuerdo ministerial 69-2021. “Es una medida transitoria por el comportamiento de los casos a nivel nacional. Debemos atender a estas recomendaciones de manera conjunta”, dijo Ruíz tras esta publicación.
De hecho, el 2 de junio el Mineduc publicó el listado de los 103 colegios autorizados hasta entonces para impartir clases en modalidad híbrida.
El dilema de volver a clases presenciales
De acuerdo con el censo realizado en 2018, para ese entonces la mitad de los habitantes no tenía internet. Uno de ellos es Daniel, un niño de ocho años en Fraijanes, Guatemala, que todos los días llega a la casa de su primo, Sebastián, para recibir las clases en línea junto a él. Los dos cursan segundo primaria en una escuela pública, pero en la casa del primero no existe el WiFi ni los teléfonos inteligentes.
A Daniel no le molesta caminar un kilómetro de ida y vuelta a su casa para llegar a donde vive su primo, pero la escuela le queda más cerca porque vive a dos minutos de ella: “Al principio me cansaba más mientras iba a donde Sebastián, pero ya me acostumbré. Cuando acaba la clase, allí hago mi tarea y se la mando a la maestra desde el teléfono de mi tía. Después me regreso”.
Para la coordinadora de la Gran Campaña Nacional por la Educación, Gabriela de Búrbano, es necesario impulsar iniciativas de ley y políticas en favor de la eliminación de esta brecha, además de ver cómo han resuelto otros países la falta de internet en todas las ciudades para seguir el ejemplo de los casos exitosos.
“Debemos cuidarnos ante la pandemia, pero también se debe fomentar el retorno paulatino a las escuelas porque no sabemos cuándo se irá el coronavirus”, dice de Búrbano. “Al no tener clases presenciales, los niños pierden poco a poco el vínculo con sus centros educativos y no interactúan del mismo modo con sus compañeros”, añade. A criterio de la experta, si en las escuelas se toman las medidas de bioseguridad para la prevención de la COVID-19 también los padres tendrán más confianza en el retorno a las aulas. Esto, además, se puede apoyar a través de vacunar a los docentes para reducir el riesgo de propagación de la enfermedad.