A 38 kilómetros de Santa Elena, Petén, está el museo que sin vitrinas muestra una parte de la historia de Guatemala. Un lugar donde se pregunta y se vive la experiencia.

Por Paula Carranza
Esta parte de la historia está en los libros, pero no siempre se imparte o se incluye en el curso de Estudios Sociales. El Museo de Nuevo Horizonte (MUNH) ofrece esa mirada. Nació del esfuerzo colectivo de una comunidad formada por excombatientes de las Fuerzas Armadas Rebeldes (FAR). Su idea fue recién premiada.
El proyecto recibió la medalla de plata en la categoría “Mejores iniciativas para la recuperación de la memoria y valorización del patrimonio histórico”. Su objetivo es preservar su memoria y compartir un recorrido con quienes deseen conocerlo. Es un reconocimiento que otorga el Premio de Turismo Responsable WTM Latin America 2025.
El galardón posiciona al museo junto a iniciativas destacadas de Brasil y Colombia, como ejemplo de turismo con sentido, basado en la experiencia y la comunidad. Esto les ha permitido recibir visitantes de Italia, España, Estados Unidos, Canadá, Colombia, así como grupos de universidades y comunidades guatemaltecas.

El museo se encuentra a 443 kilómetros de la ciudad capital, y a 38 del Aeropuerto Internacional Mundo Maya, en Santa Elena, Petén.
Esta cooperativa nació en 1998, con la implementación del proyecto de Turismo Solidario Comunitario. Las primeras exposiciones del museo se ubicaron en 2008 en la escuela popular de la comunidad. En 2015, se trasladaron a un edificio que luego fue adaptado como espacio de hospedaje.
Finalmente, en 2022, el museo abrió sus puertas en su sede actual: un espacio diseñado especialmente para preservar y compartir la memoria histórica del lugar.
Una comunidad que comparte su historia
Las seis salas permanentes del museo junto a exposiciones temporales, conducen al visitante por la historia natural de Petén. Desde la presencia de los pueblos originarios hasta el conflicto armado interno que marcó a Guatemala durante 36 años.
Como lo expresa Adelaida Ramírez, representante de la Cooperativa Nuevo Horizonte, visitar el museo es como viajar en el tiempo. “Aquí se conocen anécdotas y hazañas de mujeres y hombres que vivieron de cerca los últimos 18 años del conflicto. Son ellos mismos quienes comparten sus experiencias, responden con apertura a todas las preguntas”.
La visita va más allá de los muros de un museo. Se complementa con charlas históricas, senderismo en el “bosque de la vida”, recorridos por campos de producción sostenible, visitas a la laguna Quirix y actividades como la piscicultura.

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También enseñan técnicas de sobrevivencia, las que emplearon en la montaña. “Cómo encontrar agua o comida en el bosque, saberes tradicionales en medicina y cocina. Todo esto se conecta con la explicación de las causas que dieron origen al conflicto y cómo estas personas decidieron unirse y construir algo en común.”
Entre los servicios que incluyen está hospedaje, restaurante y atención guiada. Se recomienda vestir ropa cómoda y colores neutros, además de usar repelente para evitar los mosquitos. El recorrido completo al museo tiene un costo de Q150 con guía y Q50 sin guía.
Todo forma parte de una experiencia integral donde la historia se une a la vida cotidiana de la comunidad.
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Mirja Valdés
Quetzalteca que estudió Técnico en Periodismo y Licenciatura en Ciencias de la Comunicación en la Universidad de San Carlos. Reportera y editora en varios medios. Me gusta lo que hago. También los gatos 🐈.