Los vecinos se volcaron a las calles el fin de semana para celebrar la víspera de Navidad, lo que para gente experta en datos en salud es una provocación a la pandemia porque algo anda mal con las cifras de ese municipio.
Por Claudia Palma
En Ayutla, San Marcos, recién hubo un desfile con malabaristas y carrozas alegóricas como parte de las fiesta de fin de año, según se aprecia en fotos y videos. También se observa poca preocupación por evitar la propagación de la COVID-19; ni los participantes ni el público portaba mascarilla en este municipio fronterizo con México, paso por el río Suchiate de migrantes centroamericanos.
Si bien el número de casos allí es bajo, la letalidad del virus es alta, según análisis de Laboratorio de Datos.
Al principio de la pandemia tenía una de las mayores tasas de contagio. Cuando se implementó el semáforo, a finales de julio, registraba 70 casos por cada 100 mil habitantes. Sin embargo, del 4 al 17 de septiembre, aunque disminuyeron los casos, el comportamiento de los contagios continuaba inestable. En noviembre, registró siete casos en total, pero 81 fallecidos.
Por otro lado, la positividad (el porcentaje de personas que dieron positivo al virus al realizarse la prueba) en estas últimas cuatro semanas se elevó hasta 12.5 por ciento entre el 22 y el 28 de noviembre. El promedio nacional es de 15 por ciento.
Y algo más: según el semáforo epidemiológico en ese municipio se hacen 0.06 pruebas por cada mil habitantes, es decir, ni siquiera un test por día.
Ayutla es vecino a Pajapita, en donde se registraron seis casos en noviembre, pero la positividad alcanzó niveles de 40 por ciento en la semana del 15 al 21 de noviembre.
¿Por qué en un municipio en amarillo como Ayutla ocurrió esto? La primera posible respuesta es que hay diferencias entre los datos locales que maneja el Comité de Operaciones de Emergencia (COE) del municipio y los de la plataforma de Salud. Hay inconsistencias sistemáticas, generalmente hay más datos locales, según la experta en temas de salud, Karin Slowing.
“El problema histórico es el de testear, hacer pruebas. Hay municipios que con 10 o 15 pruebas están en amarillo o naranja, son tan pocas que el dato obtenido es cuestionable, pero este problema es algo crónico”, agregó.
Otra incongruencia para Slowing está a la vista al comparar la ocupación de camas y el número de municipios en amarillo. La primera señal debiera ser la del aumento de casos. Los datos monitoreados a diario, sin embargo, no se evidencian por qué actualmente hay 75 por ciento de ocupación de camas por enfermos de COVID-19.
“Además del subregistro gigantesco, existe la difusión de mensajes contradictorios que contribuyen a que la percepción de riesgo de enfermarse se reduzca, por ejemplo al decirles pasee con mascarilla, compre con mascarilla”, cuestionó.
Alicia Chang, de la Asociación Guatemalteca de Enfermedades Infecciosas (AGEI), concuerda en que hay incongruencia en los datos, pues hay 81 muertos (en Ayutla) y un porcentaje tan bajo de pruebas realizadas que debe hacerse una revisión para saber si se hizo el ingreso correcto del número de pruebas. “Puede haber un problema en el registro de las fichas epidemiológicas ingresadas en el sistema”, observó.
Edwin Asturias, a cargo de la Comisión Presidencial de Atención a la Emergencia COVID-19 (Coprecovid), presentó su renuncia a partir del 31 de diciembre. Se va, no sin antes hacer un llamado a los alcaldes para que guarden las medidas de prevención. «No podemos tolerar que las personas vayan a eventos públicos y no usen mascarilla», se refería a Ayutla.