Los residuos no desaparecen. Se disipan y terminan en el alimento de forma microscópica. Para evitarlo, las alcaldías deben tratarlos y estos pueden ser sus puntos de partida.

Por Carmen Maldonado Valle
Guatemala es el mayor productor de desechos en Centroamérica, según reportes de la Universidad de Leeds, Inglaterra, y si estos no se tratan, terminarán en los cultivos, el suelo, el ganado y el agua. Una prueba de esto es que el 90 % de los ríos en el país está contaminado, de acuerdo con la Universidad Rafael Landívar.
Gestionar los residuos sólidos compete a todos los ciudadanos, pero quienes tienen aún más responsabilidad de velar por ello son el ministerio de Ambiente y Recursos Naturales (MARN) y las municipalidades, como establece el acuerdo 164-2021. Ojoconmipisto consultó a ambientalistas para saber por dónde empezar para llevar a cabo esta tarea desde los gobiernos locales.
Formar a los habitantes
Además de las consecuencias ambientales, la disposición inadecuada de los desperdicios puede generar la proliferación de roedores e insectos con posibilidad para contaminar líquidos y alimentos. Esto, determina una investigación realizada por el Gobierno de México, puede traducirse en enfermedades para los seres humanos.
Para evitarlas, el procesamiento de los desechos debe comenzar en casa separarlos, al menos, entre orgánicos e inorgánicos, explica la bióloga y especialista en manejo de residuos, Magaly Arrecis. “La gente no nace sabiendo cómo hacerlo y quien tiene la responsabilidad de enseñarle es su gobierno local. Muchas veces lo aprovechable termina en un botadero porque nadie supo cómo ubicarlo en un grupo aparte”, añade.
Esa labor “docente” no solo debe quedarse en la teoría, señala Arrecis. Debe ir acompañada de acciones pequeñas para dar el ejemplo desde la alcaldía. Colocar en la calle depósitos para los distintos tipos de basura, dar incentivos a los vecinos para depositarla en el lugar adecuado, tener un guardia en los sitios donde se suelen localizar los botaderos clandestinos son algunas de las prácticas recomendadas por ella.
Tener un tren de aseo funcional
Aunque la separación es un buen inicio, no será útil si las municipalidades no se involucran en la labor de los recolectores, pues muchas veces la alcaldía contrata a una empresa para esta tarea, pero no revisa cómo maneja la basura o a dónde la lleva, sostiene la bióloga.
Por eso sugiere a las comunas estrechar la relación con quienes brindan el servicio, establecer días donde solo se recojan desechos orgánicos y otros para inorgánicos e inspeccionar los lugares de disposición final. Esto, a su vez, asegurará agua y cultivos limpios para los habitantes porque los desperdicios estarán en un lugar adecuado.

Prohibir (por ahora) y revisar
Al menos mientras en Guatemala se construye infraestructura para reutilizar los materiales llamados “desechables”, Arrecis recomienda prohibir el plástico y duroport de un solo uso, pues su degradación es lenta y suelen terminar en las fuentes de agua. Pero “no sirve prohibir si nadie revisará el cumplimiento, entonces lo conveniente es designar personal para estas inspecciones”, agrega.
Invertir en plantas de tratamiento
Para César Barrientos, ingeniero ambiental apodado “el basurólogo” por su experiencia en manejo de residuos, aunque separarlos es vital, no se logrará un procesamiento adecuado sin una planta especializada en ello. En esta no solo se compactan los desperdicios, sino se reutilizan materiales como cartón o plástico para prolongar su vida útil.
Además, en estos lugares se puede hacer compostaje con la materia orgánica para producir abono y venderlo a agricultores a un precio accesible porque no se invirtió en aranceles o transporte desde el extranjero. Esto puede contribuir con los ingresos municipales y reduce la dependencia de otros países para conseguir agroquímicos.
Hacer rellenos sanitarios, no botaderos
Barrientos y Arrecis coinciden en la importancia de llevar a cabo un ciclo completo de tratamiento de desechos, pero este solo tiene un buen cierre si el lugar de disposición final no es un botadero donde solo se apila basura. Lo recomendado por ambos, en cambio, son los rellenos sanitarios, pues tienen membranas para proteger el suelo, tuberías para drenar los líquidos producidos por los residuos y evitan la acumulación de metano, el cual puede provocar incendios al acumularse.
Según el MARN, desde 1998 se ha aprobado la edificación de 35 rellenos sanitarios a nivel nacional. Sin embargo, “no he visto ninguno con todas las condiciones para serlo. Unos solo compactan, en otros no funcionan las tuberías a otros no se les dio mantenimiento. Esa basura se arrastra, termina en los lagos y con esa agua regamos nuestro alimento”, concluye Massella.
Los dos especialistas reconocen que procesar los desechos es costoso por todo el equipo y personal requeridos para hacerlo. Sin embargo, advierten, mientras más tiempo pase sin acciones para ello, más caro será, porque no solo se tratará la basura actual, sino se deberá invertir en reparar los daños causados por los desechos acumulados sin tratarse.