A falta de interesados, 14 áreas de salud vacunan sin restricción de edad

30 agosto 2021

En los departamentos no todos los puestos para inmunizarse se abarrotan y se requiere hacer convocatorias masivas o inyectar a los habitantes de casa en casa.

La vacunación sin restricciones de edad en el casco urbano de Petén. Foto: ministerio de Salud.

Por Carmen Maldonado Valle

En algunos puestos de vacunación de la capital los ciudadanos hacen fila durante horas debido a la afluencia. En Petén, Huehuetenango, Chiquimula, Totonicapán, Izabal, las Verapaces, Quiché, Escuintla, Jalapa, Jutiapa, Sololá, San Marcos y Santa Rosa no sucede lo mismo. Por eso inmunizan a comunidades enteras sin importar las edades.

La estrategia empezó hace dos semanas, de acuerdo con el ministerio de Salud. Para César Torres, epidemiólogo y titular del área de Totonicapán, “lo habilitamos para las comunidades rurales porque es donde no todos pueden movilizarse. No queremos ponerles obstáculos para llegar, al contrario, agilizar el proceso porque hay pocos protegidos”, justifica.

En Totonicapán el Instituto Nacional de Estadística (IND) en 2018 contó 418 mil 569 habitantes. De estos, 54 mil 514 aparecen en el tablero de Salud como portadores al menos de la primera dosis. “Se ha acercado más gente, porque los jóvenes son los más anuentes. Aun así, no hemos atendido a tantas personas como esperábamos”, agrega el médico.

Una de las razones frecuentes por la cual las personas desconfían del fármaco, cuenta Torres, es la desinformación sobre las reacciones secundarias. Según él, los habitantes lo ven como un signo apocalíptico y por ello la tarea pendiente es pensar cómo transmitir mejor el mensaje.

Por otro lado, en Ixcán, Quiché, “funciona de maravilla. Nosotros llevamos más tiempo con el plan abierto y nos ha ayudado mucho porque ahora vamos a comunidades lejanas con la certeza de que el esfuerzo valió la pena y no deberemos volver tantas veces”, asegura la directora del distrito de salud, Rubidia Matías.

En Ixcán se encuentra el río Xalbal, hasta el año pasado, existía un puente colgante para cruzarlo y así llegar a comunidades lejanas. Las tormentas Eta e Iota lo destruyeron y a la fecha no lo reparan. Por ello, el personal de salud aborda una lancha o hace canopy para aplicar las dosis en los lugares lejanos.

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“Los habitantes del casco urbano deben acudir al puesto. Estos caseríos, en cambio, reciben la dosis en sus hogares porque para ellos es difícil llegar a la ciudad. A raíz de la apertura hemos vacunado a grupos enteros y así notamos el progreso”, concluye Matías.

Por otro lado, en Baja Verapaz se vacuna a partir de los 18 años en todo el departamento, cuenta el director del área, Carlos Lix. Antes el personal iba a las comunidades lejanas: “Invertíamos tiempo, enfermeras, médicos y a veces en esos sitios tan remotos encontrábamos pocas personas con la edad autorizada para inmunizarse. Solo lográbamos abrir dos frascos”, agrega.

La cantidad de vacunados ha aumentado porque los más jóvenes están interesados. “El problema es con los adultos mayores. Aunque también hay más inmunizados, algunos aún creen que viene un chip en la jeringa o la marca de la bestia”, explica.

Cuando terminen de inyectar a las comunidades, se hará una nueva revisión para rastrear a quienes no fueron inoculados. Si dan su consentimiento, se les administrará el fármaco.

Una espada de doble filo

Edwin Asturias, epidemiólogo y exdirector de la Comisión Presidencial contra la COVID-19 (Coprecovid), opina que el quitar las restricciones etarias puede acelerar el proceso y así alcanzar la inmunización comunitaria. Según él, es necesario llegar a más personas porque de ese modo también se puede frenar el avance de la variante Delta.

Aun así, “esto conlleva el riesgo de rezago de los mayores, porque podría disminuir el trabajo para llegar a ellos, pero para resolverlo el ministerio de Salud puede idear estrategias para que sean los jóvenes quienes lleven a los ancianos a los puestos”, dice.

Como ejemplo cita a México, donde los mayores de 18 años podían vacunarse, pero como requisito se les pedía llevar a dos personas de 40 años o más para hacer lo mismo. Así también se puede incluir a la población en los esfuerzos por alcanzar niveles altos de inoculación.

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