Guatemala, Villa Nueva y Amatitlán fueron las únicas en fomentar programas de psicología para sus empleados o habitantes con el fin de ayudarlos a sobrellevar la pandemia o atender trastornos psíquicos.
Por Carmen Maldonado Valle
Desde la llegada de la pandemia, siete de cada diez personas en todo el mundo padecen angustia psicológica, según encuestas realizadas por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF por sus siglas en inglés). Tienen miedo a perder, además de la salud, el empleo y con él la educación de los hijos. En Guatemala sucede lo mismo, pero de 340 alcaldías, solo tres impulsaron iniciativas de cuidado a la salud mental de sus vecinos.
La angustia psicológica no es una enfermedad, sino un síntoma que al no tratarse puede desembocar en padecimientos como depresión o ansiedad, determinó la Organización Mundial de la Salud (OMS/OPS). En Villa Nueva, Guatemala, este fue un problema recurrente entre los habitantes desde el año pasado y por ello la Dirección Municipal de la Mujer (DMM) se enfocó en dar atención psicológica.
El programa inició en 2012 y la comuna recibía alrededor de 300 pacientes anuales. “A partir de marzo de 2020 recibimos un aproximado de 400 y ahora son recurrentes los casos de depresión o ansiedad. También se ha visto a algunas víctimas de abuso intrafamiliar y en esos casos también se les envía con un abogado para asesorarlas”, asegura la encargada de dar esta atención, Lizandra Rodríguez, psicóloga.
Con la entrada del coronavirus al país, los profesionales comenzaron a ofrecer este servicio de forma virtual o llegaban a las comunidades a tratar a los pacientes.
Para agendar una cita, las personas llaman o acuden a la municipalidad y Rodríguez, junto a estudiantes de último año de Psicología, los atiende de forma gratuita. “No es indispensable vivir en Villa Nueva, pero sí le damos prioridad a nuestros habitantes. Se da asistencia individual, de pareja o familiar, según amerite cada caso”, añade la terapeuta.
La DMM de Amatitlán, Guatemala, también ofreció tratamientos de este tipo a los ciudadanos. “Empezó unos meses después del inicio de la pandemia porque hay muchas colonias marginales y los vecinos nos contaban sobre su agotamiento mental. Las familias vivían en casas pequeñas y así se siente más el confinamiento. Otras perdieron su trabajo y requerían este acompañamiento”, asevera el concejal IV, Luis Sánchez.
El proyecto inició de modo virtual pero los beneficiarios prefirieron asistir a sus citas al edificio municipal. “No solo manifestaban ansiedad por las circunstancias económicas, sino también había quiénes aún estaban muy estresados porque tenían en su familia a algún contagiado”, cuenta.
La alcaldía de ciudad de Guatemala, por su parte, tenía uno de estos programas para los vecinos, pero la demanda presencial era baja, entonces en mayo de 2020 se habilitó un centro de atención telefónica para recibir la asistencia, sostiene la oficina de comunicación de la comuna.
Luego inició un plan de salud mental para los empleados, al cual podían acceder también sus hijos y cónyuges. De acuerdo con la Dirección de Salud, el año pasado se atendió a 101 trabajadores y a 76 familiares.
En 2007 se creó la Política Nacional de Salud Mental. “Existía una prevalencia importante de violencia en el país, cuyas secuelas deben tratarse para favorecer la salud integral de los ciudadanos”. En ella, como a otras instituciones, se dio responsabilidad a las municipalidades para implementar políticas beneficiosas para sus vecinos en este tema.
Para el psiquiatra José Antonio Saravia, impulsar estas iniciativas de forma gratuita es una buena manera para que las autoridades se involucren en las necesidades personales de los habitantes. “El encierro afecta la psique por ser una situación a la cual no teníamos costumbre”. Añade que algunos pueden tener una predisposición genética a padecer bipolaridad, depresión, entre otras enfermedades, y si no se tratan pueden generar ansiedad o incluso ideas suicidas.
El médico recomienda replicar estas prácticas en más municipios, como ocurrió en Chiapas, México, donde los habitantes pueden acceder a servicios psicológicos en todos las ciudades. Están disponibles para todos, pero dan prioridad a quienes padecieron COVID-19 o tuvieron a su cargo el cuidado de un enfermo.