Desde impartir charlas hasta enseñar de casa en casa a clasificar los desechos, la alcaldía pretende emitir cada vez menos contaminantes y mejorar la eficiencia en la gestión de residuos.
Por Carmen Maldonado Valle
El Centro de Estudios Urbanos y Regionales (CEUR) de la Universidad de San Carlos (Usac) registra al menos 20 municipalidades con prohibición de plásticos de un solo uso y/o duroport. La de Santa María Visitación, Sololá, no es una de ellas, pero aunque no emite un reglamento todavía, sí tiene un plan de educación ambiental para reducir el uso de estos materiales y disponer del resto de desechos de forma adecuada.
El programa está a cargo de la Unidad de Gestión Ambiental y Ecoturismo (UGAE) y comenzó en 2016 con charlas para los vecinos sobre cómo reutilizar envases y empaques para producir menos desechos. A estas asistían solo los pobladores con interés en el tema, pero luego comenzaron a impartirse a todos los estudiantes en los institutos de educación media públicos y privados.
Con el tiempo, a las charlas se agregó un nuevo segmento de trabajo, donde la UGAE pidió asistencia técnica al ministerio de Ambiente y a la organización Ruk’u’x Ya’ para identificar las zonas de recarga hídrica en la ciudad. En ellas se siembran árboles para aumentar la captación de lluvia sobre todo durante el invierno y aumentar el agua disponible para abastecer a los habitantes, cuenta el encargado de la unidad, Vicente Mendoza.
Tras casi seis años con estas prácticas, en junio de 2022 la UGAE solicitó al concejo proveer a los vecinos insumos para emplear cada vez menos los plásticos descartables. Al observar el comportamiento de los vecinos, notaron cómo varios de los usuarios de bolsas las requerían para llevar cuadernos a la escuela o herramientas y comida al trabajo.
Por ello, se compraron 470 mochilas para entregar a las familias por Q89 mil 300. Las proveyó Ana Gisela Maldonado Soch, quien desde 2020 también ha abastecido a la comuna con insumos para tejedoras por Q112 mil 870, uniformes deportivos para alumnos de escasos recursos por Q175 mil 16 y telares de cintura por Q179 mil 565.
“Comprar las mochilas también parte de experiencias anteriores. Hace años se notó la misma problemática cuando las personas se dirigían al mercado. Les entregamos bolsas de tela duradera y vimos menos plásticos en las calles, porque como no se revientan, no se desechan”, añade Mendoza.
Para la bióloga y especialista en manejo de residuos, Magaly Arrecis, estos programas generan un buen precedente ante otras alcaldías. En su experiencia, es más valioso el esfuerzo de esta comuna para emitir prácticas reductoras de desperdicios que los reglamentos de otras municipalidades cuyo cumplimiento no se verifica.
La revisión del cumplimiento de las reglas también se contempló en Santa María Visitación. Cada dos meses, el personal de la UGAE va de casa en casa a enseñar a la gente a separar sus desechos y mostrarle cómo le beneficia dedicar tiempo a esto. En la siguiente ronda, los trabajadores regresan a revisar cómo se desarrolla esta tarea en los hogares.
Así, cuando pasa el tren de aseo, los desperdicios se llevan categorizados hacia la planta de tratamiento de sólidos. Por la prestación de este servicio pagan Q8 mensuales. De hecho, es una de las 59 ciudades (de 340) con estos sistemas. Sololá es el departamento donde se concentra la mayoría de ellos.
“Involucrar a los vecinos en la gestión eficiente de desechos es la mejor forma de tener proyectos exitosos, porque al comprender los beneficios de llevarlos a cabo, la gente los pone en práctica sin necesidad de ser supervisada todos los días”, añade Arrecis.
A su criterio, programas de educación ambiental como el de Santa María Visitación pueden funcionar en otras municipalidades, pero mientras se implementan, conviene prohibir los plásticos de un solo uso y revisar el cumplimiento de esta norma. A la fecha, quienes aprobaron reglamentos de ese tipo se encuentran en Quetzaltenango, Chimaltenango, Sololá, San Marcos, Guatemala, Chiquimula, Sacatepéquez y las Verapaces.
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