En una sociedad conservadora como la guatemalteca, que una persona de la comunidad Lesbianas, Gay, Bisexual, Trans e Intersexual (LGTBI) sea aceptada es un reto.
Por Yanneth Gómez
Juan Ramón López Escobar, 28 años, vive en la ciudad de Quetzaltenango. Ha trabajado en bares y agencias bancarias para mantener sus estudios, y ha sido “Reina de la noche”. Pero no ha sido sencillo. Ha tenido que enfrentarse a la discriminación por su orientación sexual.
Ahora estudia la carrera de Trabajo Social en el Centro Universitario de Occidente de la Universidad de San Carlos.
Decidió desde adolescente asumir su propia identidad pues no quería llevar una doble vida. Cuando tenía 14 años conoció a otras personas de su misma preferencia sexual, quienes le aconsejaron hablar con su familia “Mis amigos me decían que si yo quería ser aceptado por mi familia tal como soy o tener un doble vida, casarme y tener hijos. Pero con esto, engañaría a mi pareja y a mí mismo. Cuando decidí contarle a mi padre, primero preparé una maleta porque no sabía cómo iba a reaccionar, pensé que me iba a echar de la casa, pero me apoyó”.
En la iglesia a la que asistía la respuesta fue distinta. Los líderes, dijo, lo excluyeron y discriminaron. “Es contradictorio porque dicen que Dios es amor y ellos no respetan a su prójimo”. En la universidad, su asesor de tesis no lo ayudó a investigar el tema que era sobre la comunidad LGTBI, por lo que desistió de tratarlo.
Hace cinco años conoció a un grupo que presenta un show de baile en un centro nocturno, desde entonces López se viste de mujer. En una las actuaciones fue coronado como Reina de la Noche.
Flor Gómez, delegada en Quetzaltenango del Procurador de los Derechos Humanos (PDH), informó que su oficina no ha recibido denuncias de discriminación hacia la comunidad LGBTI.
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Esta nota es producto del Diplomado «Periodismo Político y Electoral» que imparte el International Republican Institute, bajo la coordinación de Laboratorio de Medios, S.A. a periodistas de diversos departamentos de Guatemala. (La asistencia financiera y técnica que el International Republican Institute (IRI) otorga para esta actividad es provista por la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) y es posible gracias al apoyo del pueblo estadounidense).