Se trata de un negocio informal ubicado en la zona 1 que ofrece bolsas y mochilas.

Por Lesbya Espinal
Vilma Violeta Pérez Hernández es una mujer de 73 años y microempresaria. Hace 34 años comenzó su negocio, una venta callejera de gorros, y hoy emplea a dos personas que fueron deportadas de Estados Unidos.
El puesto donde vende carteras y bolsones está ubicado en la 18 calle y 7 avenida de la zona 1. Desde hace seis años la acompaña Telma Díaz y desde hace seis meses, Martín Velásquez. La primera la ayuda a atender a los clientes y el segundo trabaja media jornada. Es el encargado de sacar y guardar la mercadería.
En 1993, Vilma ofrecía los productos en la 9 avenida frente al Antiguo Ferrocarril. Su esposo y sus cuatro hijos –Carolina de 8, Carlos de 7, Yahaira de 5 y Telma de 3 años de edad– la acompañaban todo el día. Un año después hizo un préstamo de Q500 a su hermana para crear su microempresa.
Telma Díaz es quien la acompaña en la venta y tiene un sueldo de Q2000 mensuales. Ella regresó al país hace seis años. Vivió 11 meses en Izabal, luego migró a la ciudad capital y desde hace cinco años trabaja en la venta de bolsas.
Martín Velásquez tiene seis meses de laborar con ellas. Él recibe Q1200 ya que no labora tiempo completo, solo 2:30 horas por la mañana y 2:30 por la tarde para sacar y guardar la mercadería. Este trabajo le ha permitido integrarse de nuevo al contexto guatemalteco después de vivir 25 años en Estados Unidos.
Él regresó hace 18 meses y vive en la zona 1 donde alquila un cuarto. Vive solo. Su esposa y dos hijas están en el Norte.
Esta nota es producto del Diplomado “Periodismo y Desigualdades” impartido por Laboratorio de Medios, S.A., a comunicadores de varios departamentos de Guatemala con financiamiento de Oxfam y la Inter-American Foundation (IAF). El contenido es exclusiva responsabilidad de su autor.