Según trabajadores de Salud, los vecinos piensan que les contagiarán el virus al realizarles el hisopado y por ello se niegan a acercarse a los consultorios si presentan síntomas.

Por Carmen Maldonado Valle
Tras un año desde la llegada de la pandemia a Guatemala, el ministerio de Salud Pública y Asistencia Social (MSPAS) reporta 183 mil 985 casos acumulados (al 15 de marzo), de los cuales hay 8 mil 237 activos. Sin embargo, hay municipios en Quiché y Sololá donde solo se contagiaron cuatro o cinco personas en todo este tiempo. ¿Es posible? No se sabe, porque los pobladores no quieren someterse a los hisopados por temor a enfermarse.
En San Bartolomé Jocotenango, Quiché, se realizaron 15 pruebas de coronavirus en los últimos doce meses y cinco de ellos dieron positivo. El laboratorista del centro de salud, Manolo Maldonado, cuenta que no sabe si hubo otro contagiado en estos meses porque, según los vecinos, se trataba de “una táctica para enfermarlos a todos” y prefirieron cuidarse en casa si desarrollaban algún síntoma.
Todos los martes, por ser día de mercado, los trabajadores del centro de salud salen con megáfonos a las calles para recordarles las medidas de prevención e invitarles a realizarse pruebas, “pero la gente aquí ya ni mascarilla usa. Con los primeros confirmados la gente se puso violenta y querían quemar la casa de un enfermo, pero ahora van con la cara descubierta y dicen que en los hisopos está el virus”, explica Maldonado.
Añade que los centros de salud han insistido a los habitantes para que acudan a evaluarse, pero respetan su decisión si no quieren hacerlo. Aun así, cuando alguien se acerca para realizarse el procedimiento, es frecuente que sus familiares reclamen después a quien hizo el hisopado. “Piensan que nosotros somos quienes queremos ver a todos en cama, entonces nos gritan para que no atendamos a sus papás o a quienes nos busquen”.
Lo mismo sucede en Concepción, Sololá, donde los vecinos amenazaron al personal de los centros de salud para no practicar pruebas de COVID-19 por la misma razón. La auxiliar de enfermería, Floridalma Cojuguá, cuenta que ellos mismos se han declarado zona roja porque están expuestos a amenazas. “Cuando hablamos a los miembros de la comunidad sobre el examen insistimos en que es bueno, pero creen que queremos enfermarlos y dicen que si nos atrevemos a hacer un hisopado nos van a sacar”.
Allí se hicieron 13 pruebas en el año y cuatro resultaron positivas, como indican las cifras del MSPAS, pero no se puede saber si hubo (o hay) más enfermos porque los vecinos piensan que se les hará daño, explica el alcalde, Pedro Juracán: “Convocamos a jornadas de hisopados y un par asiste nada más o a veces nadie. Han escuchado mentiras sobre la vacuna y las pruebas, piensan que los queremos infectar”.
Como en San Bartolomé Jocotenango, también se usa un megáfono para dar anuncios en las calles, añade el alcalde, y entre ellos está la invitación a realizarse la evaluación. Los vecinos, sin embargo, no quieren saber sobre el tema.
En Patzite, Quiché, se hicieron 39 pruebas y dieron positivo, mientras en San Pablo la Laguna, Sololá, hubo ocho casos confirmados en todo el año, los cuales se detectaron dentro de las 48 evaluaciones realizadas. Juan Ujpán, el alcalde de San Pablo, asevera que los vecinos están asustados ante la pandemia y por ello no quieren buscar el examen.
“No tienen miedo al hisopado, sino a estar en la fila con alguien que sí tenga el virus y se los pegue. Aunque les dijimos que para prevenir eso está la mascarilla, no quieren ir y tampoco los podemos obligar”, agrega Ujpán.
Sololá es uno de los departamentos con más desinformación sobre las pruebas, sostiene la portavoz del MSPAS, Julia Barrera. En los centros de salud está el equipo necesario para realizarlas, pero las personas no se acercan por miedo o por no creer en el virus y el procedimiento. “A la larga es voluntario”, insiste.
A decir de Barrera, las áreas de salud de ese departamento se han acercado a los habitantes para dialogar o darles conferencias breves sobre el tema, pero sus convicciones no cambian.
Aquí no pasa nada
Santa Lucía La Reforma está a 46 kilómetros de la cabecera de Totonicapán, y en ese municipio sí se efectuaron más de 50 hisopados. De hecho, se hicieron 54 y 12 dieron positivo a COVID-19. El alcalde es Pedro Osorio y no sabe por qué los habitantes no acuden a los hospitales si tienen indicios de enfermedad.
“Los vecinos no están enojados por el examen y pienso que lo han aceptado. Si no se lo hacen ha de ser porque no quieren, pero aquí no pasa nada”, explica el jefe edil.
La misma frase utilizan los habitantes de Santa Catarina Palopó, Sololá, porque niegan la existencia de la pandemia y piensan que es una mentira del Gobierno para encerrarlos en sus casas, según el auxiliar de enfermería del centro de salud, Lorenzo Ajú.
“Siempre salimos a las calles a recordarles la importancia de un diagnóstico a tiempo, porque en caso de estar enfermos, el tratamiento debe aplicarse cuanto antes”, cuenta. Pero los tachan de mentirosos porque no creen en la enfermedad. De hecho, no usan mascarilla y dicen que les da igual.
Mientras en estos municipios hay una negativa a las pruebas, hay quiénes desearían haber acudido antes, dice el exviceministro de salud, Adrián Chávez. “Una detección temprana ayuda a evitar síntomas graves y complicaciones. El riesgo de esta situación es el autoengaño, porque la pandemia parece desvanecerse, pero en realidad los casos se mantienen y la única diferencia es que hay menos pruebas”, asevera.