Cinco jefes ediles de Quetzaltenango, Sacatepéquez, El Progreso y Guatemala compartieron qué estrategias repetirán y cuáles no en la segunda ola.

Por Claudia Palma
Los alcaldes de los departamentos más afectados por la COVID-19 saben que las condiciones en las que enfrentarán la segunda ola entre noviembre y diciembre son distintas: sin estado de calamidad que restrinja horarios o que respalde compras rápidas de insumos.
El Progreso empieza a experimentar un aumento en los casos. En Sanarate, el alcalde y su concejo municipal acordaron cancelar la feria que se celebra en la primera semana de noviembre; eso incluye jaripeos, desfiles hípicos y palenques.
“El tema es muy difícil, es cultural no solo sanitario, nunca habíamos enfrentado algo parecido. Apenas estamos conociendo un poquito lo que es este virus. Seguimos pidiéndoles guardar las medidas, pero sin estado de calamidad la gente se ha relajado”, comentó Victor Israel Guerra Zavala, el edil de Sanarate.
En esta segunda ocasión aseguró que no repetirá la instalación de puestos de bioseguridad pues son focos de conflictividad, causaron descontrol vial y además su eficacia no está comprobada.
Sacatepéquez es otro de los departamentos que, según Edwin Asturias, director de la Comisión Presidencial de Atención a la Emergencia COVID-19 (Coprecovid), empieza a demostrar índices de una nueva etapa de contagios.
“Sin estado de calamidad, nuestro margen de acción como municipalidad es muy pequeño”, coincidió Carlos Enrique Cubur Sulá, alcalde de Sumpango. En ese municipio se canceló el festival de barriletes, el Convite del 30 de diciembre para despedir el año y cualquier otra actividad masiva.
“Hay una exigencia de todas las comunidades religiosas de reunirse, trabajamos en operativos conjuntos con la policía municipal para supervisar aforo, pero ha sido un reto”, agregó.
Este año la pandemia dejó a la comuna un déficit de Q3 millones y por falta de movimiento local, los ingresos disminuyeron. Se destinó Q1 millón a recursos para la pandemia que no estaban presupuestados y a eso se sumó la merma del situado constitucional. “Los efectos más fuertes están por venir”, aseguró Cubur Sulá.
Una receta que el alcalde repetiría es dejar una sola entrada principal, además de ayudar a controlar el ingreso de otros municipios durante la pandemia, constribuyó a reducir la delincuencia. “Puede volver a hacerse consensuado con los Consejos Municipales de Desarrollo (Comudes) y organizaciones civiles. Aunque con la repaertura del transporte estoy consciente de que es difícil”, agregó.
El alcalde de Sumpango comparte la preocupación con Sebastián Siero, jefe edil de Santa Catarina Pinula, Guatemala, el levantamiento de Estado de Calamidad limitará el tiempo para adquirir insumos más rápido como las pruebas de hisopado.
Siero aclara que una de las medidas que no repetirá son los arcos de desinfección para los vehículos, aunque conservará los túneles de desinfección para las personas.
Según la Coprecovid, los jóvenes de 19 a 40 años serán durante esta segunda ola el grupo de mayor riesgo y esa es precisamente la preocupación de Maynor Morales, alcalde de San Miguel Petapa. “Restringir los horarios es necesario porque los jóvenes se contagian en los centros nocturnos y bares, pero no tenemos la base legal para hacerlo. Hemos aumentado las pruebas de alcoholemia, pero no es insuficiente”.
Morales lamenta la falta de comunicación efectiva entre el Gobierno central y las municipalidades, considera que esta debiera mejorar durante la segunda ola.
Hugo Arnaldo García Mazariegos, alcalde San Carlos Sija, Quetzaltenango, opina que una buena estrategia es indispensable. “La comunicación en todo nivel, especialmente con alcaldes comunitarios y delegar funciones facilitaron mucho las cosas, esa sería una de las estrategias que volvería a repetir”, indicó.