“El poder local comunitario ya se tiene, el problema será la logística de la vacunación”

11 enero 2021

El investigador Kevin Martínez Folgar explica cuáles son esos puntos vitales que las municipalidades no deben pasar por alto durante la inmunización contra el coronavirus.

Kevin Martínez Folgar desarrolla estudios sobre ciudades saludables en América Latina y Estados Unidos. Es candidato a doctor en Epidemiología.

 

Por Claudia Palma

 

Sin complicados términos médicos, Kevin Martínez Folgar explica cuáles son esos puntos vitales que las alcaldías no deben ignorar en la campaña de vacunación contra la COVID-19. También cuenta por qué en Guatemala, a diferencia de otros países, debe priorizarse la vacunación a partir de los 40 años.

Él es cirujano graduado de la Universidad de San Carlos. Trabajó como investigador de enfermedades crónicas para el Instituto de Nutrición para Centroamérica y Panamá (Incap). Desarrolla estudios sobre ciudades saludables en América Latina y Estados Unidos. Es candidato a doctor en Epidemiología en la Universidad de Drexel, Filadelfia, Estados Unidos.

 

–El ministerio de Salud avanzó un 80 por ciento en diseñar el plan de vacunación. ¿Cómo se puede garantizar la cobertura para inmunizar contra la COVID-19 en los municipios?
–Salud tiene una organización paralela a la administración municipal, las “direcciones de área”, incluso hay departamentos que tienen más de una en las que puede descansar.

–Según el Censo 2018 aún faltan municipios con servicio de agua potable. Ni hablar de la infraestructura adecuada para garantizar la cadena de frío. ¿Cómo garantizar el éxito de una estrategia de vacunación?
–Las campañas de vacunación son exitosas en el área rural, aunque todavía quedan lugares sin energía eléctrica y donde sí hay los refrigeradores son pequeños. Salud debe considerar todo eso.

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–¿Qué debe tomar en cuenta un municipio para garantizar la distribución a sus poblaciones más vulnerables en el área rural?
–Lo principal y más difícil será identificar a las personas vulnerables, pues en muchos lugares no se conocen a los pacientes crónicos. La segunda barrera será que a los hombres se  les dificulta ir al centro de salud por los conflictos de horario laboral en el campo. Es por esta razón que se debe pensar en horarios ampliados de atención para facilitar el acceso a la vacunación.

–¿Cuál debe ser el papel de las municipalidades?
–Pueden ayudar mucho en facilitar la identificación y mapeo de personas vulnerables y en socializar los mecanismos para obtener las vacunas con ayuda de los líderes comunitarios. Las comunidades rurales están mucho más organizadas lo cual es clave en las campañas de vacunación.

–Pensemos en comunidades alejadas como Ixcán, Quiché. ¿Qué funciona mejor, llevar la vacuna hasta la población o acercarlos a un punto de distribución?
–En esos casos se debe de buscar el equilibrio en acceso y facilidad de transporte. Es aquí donde la organización comunitaria es importante pues son ellos los que dictan el mejor lugar para hacerlo. Me preocupan más los asentamientos de la ciudad de Guatemala, pues las disparidades en acceso son enormes.

–Es decir, que las alcaldías y los Consejos Municipales de Desarrollo (Comudes) tengan un papel muy importante.
–Sí, hay otra ventaja y es que en Guatemala la gente cree y confía en las vacunas, a diferencia de otros países donde los movimientos antivacunas han proliferado.

–Una queja constante de las autoridades municipales para mantener las medidas de prevención contra la COVID-19 fue la incredulidad acerca de la existencia del virus. Hay poblaciones que aún se resisten a los hisopados.
–Toda la razón, puede ser que mucha gente aún no crea en el virus, pero por alguna razón, confían en el “poder de la inyección”.

–El reto sigue estando en la logística entonces.
–Exactamente, el poder local comunitario ya se tiene, el problema es la logística, el almacenamiento y el transporte.

–El Centro para el control y la prevención de enfermedades de Atlanta (CDC, en inglés) emitió recomendaciones para segmentar por grupos a quienes debe administrarse primero la vacuna. ¿Pueden servir como una guía al país?
–Sí, muchas aplican para Guatemala, excepto la edad. En el país nuestra población de riesgo es mucho menor en edad. Según un estudio que hice de mortalidad, el exceso de muertos se dio a partir de los 40 años, con esto me refiero a que deberíamos considerar a quienes sobrepasan esa edad como “adultos mayores”.  Muchos de ellos no saben que tienen enfermedades crónicas, pues tenemos poca cultura de detección temprana.

–¿La edad es el factor de riesgo?
–La edad no es el factor de riesgo, sino las enfermedades inherentes con la edad y parece ser que los mayores de 40 años tienen bastante carga de padecimientos crónicos.

 

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Ana Carolina Alpírez

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