A finales de diciembre alcanzará los Q3.8 millones para pagar las reuniones de los 15 integrantes de la corporación altense, incluido el alcalde.
Por Mirna Alvarado
La corporación municipal de Quetzaltenango celebró 399 reuniones hasta el miércoles 18 de diciembre. Cada integrante titular recibe Q696.87 por sesión. El 29 de enero de 2019, se aprobó un aumento de Q250.
Guillermo Gramajo, secretario municipal, señaló que en promedio realizaron 28 reuniones al mes de enero a noviembre, en diciembre calculó 30. “La mayoría son para resolver exoneraciones, conocer ampliaciones presupuestarias y toman entre una hora y media, y dos”, refirió.
De acuerdo a los estados de cuenta de enero a noviembre, la municipalidad erogó Q3 millones 502 mil 308 por concepto de dietas. El director financiero de la comuna, Mario Menchú, explicó que se presupuestaron Q3 millones 871 mil 301. “Nos queda una disponibilidad de Q 364 mil 811.79, aun falta el pago de las reuniones de este mes”.
En 2018 la comuna pagó Q 2 millones 442 mil 144, entonces cada reunión costaba Q446.87. Con el aumento de este año subió a Q696.
“Cuando se tiene un concejo municipal eficiente que resuelve las problemáticas, es aceptable pagar las dietas como las de Xela, pero es caso contrario y resulta repudiable que el municipio subsidie el salario de concejales que no generan propuestas o acciones mínimas en favor de la población”, comenta Julio Díaz, de Sociedad Civil.
Agregó que durante esta administración aumentó el desorden en los mercados y el transporte, no hubo inversión en infraestructura vial. “Además, faltó implementar el Plan de Ordenamiento Territorial (POT), por lo tanto los integrantes del concejo debieron devolver las dietas o no recibirlas”.
Prácticamente los integrantes del concejo están “sobre valuados”, dijo Aroldo Sum, representante del Consejo Municipal de Desarrollo (Comude). “Hicieron muy poco y se les paga mucho, con lo que devengaron en este periodo se pudo realizar algún proyecto de beneficio para la población y no resolvieron ni los mínimos problemas”.
Para el economista y analista Dennis Iván Rodas, el problema radica en que no existe un sistema de evaluación o medición de la eficiencia de los funcionarios, lo cual genera discrecionalidad para recetarse las remuneraciones que ellos mismos consideran que merecen. “Éticamente no es correcto recibir remuneraciones grandes si el desempeño es bajo”, agregó Rodas.
Además, la falta de interés de la población por medir el impacto de las acciones de los funcionarios con lo que se les paga, concluyó.