De inmigrante en Estados Unidos a alcalde de Joyabaj

04 marzo 2020

Este es el tercer reportaje publicado por Nuestro Diario sobre la migración. Conversa con el jefe edil que dirige el municipio con más deportados entre 2018 y 2019. Él también fue migrante.

En dos ocasiones Florencio Carrascoza, alcalde de Joyabaj, se fue indocumentado hacia Estados Unidos. Foto: Nuestro Diario.

 

Sonny Figueroa / Nuestro Diario

 

Florencio Carrascoza fue electo concejal I de Joyabaj, Quiché, en 2004. En 2008 se postuló para alcalde y desde entonces ha resultado reelecto en tres ocasiones. En la última contienda se postuló con la Unidad Nacional de la Esperanza, UNE.

Antes de ejercer la administración pública, se fue indocumentado hacia Estados Unidos, cuenta. La primera vez durante el tiempo de la guerra en 1989 y regresó en 1992. Volvió con la idea de encontrar un empleo, pero rápido se dio cuenta de que en Joyabaj no había las oportunidades que buscaba. En 1999 regresó a Estados Unidos, de nuevo indocumentado. Esta vez llevaba la intención de ahorrar y volver para cambiar las cosas, tanto familiares como de su comunidad.

Reconoce el aporte del Estado, que cubre servicios como agua potable, educación y salud, pero lamenta que ningún gobierno ha llevado inversión ni programas de desarrollo. Aquí, el 81 % de la población vive entre la pobreza y la extrema pobreza.

 

Obligado a migrar

“Cuando empecé a trabajar (de joven) ganaba Q800 en otro municipio donde pagaba alquiler, alimento y me quedaba lo mínimo para mi familia, aún con una carrera de nivel medio”, recuerda.

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Lo más difícil de viajar indocumentado es dejar a la familia, no se sabe si habrá un reencuentro. Y le pasó a Carrascoza. “Cuando estaba allá, en mi primera vez, murió mi papá. Es duro”.

“El trabajo también lo es. Se trabaja de día y noche. En construcción, en restaurantes, de limpieza. Requiere mucho esfuerzo, pero la necesidad lo justifica”, afirma.

 

Jóvenes sin futuro

En las calles de Joyabaj se ven más mujeres que hombres. En su mayoría son niños y ancianos, pues la migración ocurre más entre los jóvenes y adultos. El Censo 2018 lo refleja: el 55 por ciento de los habitantes son mujeres y el 45 por ciento son  hombres. Una disparidad  mayor a la que se registra a nivel nacional.

A decir de Carrascoza, la falta de empleo y los malos sueldos son los factores que promueven la separación. “Qué puede hacer una persona con Q50 al día, no digo que es malo, pero no alcanza”.

De los 83 mil habitantes registrados, el 55 por ciento carece de empleo, el 50 por ciento no tiene ningún grado de escolaridad y el 80 % vive en las áreas rurales.

En marzo de 2019 fue instalado un proyecto que busca que los jóvenes terminen sus estudios de diversificado.

“Hay frustración. Muchos jóvenes se gradúan, pero no hay empleo”, denuncia Carrascoza, quien ahora que inicia su cuarto período municipal. Aún ve en los jóvenes la desesperación suya a esa edad.

 

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