El crecimiento poblacional del municipio y la falta de cultura para pagar el servicio de extracción de basura han provocado el colapso del depósito local.
Carlos Rodríguez
En el municipio de Santiago Sacatepéquez, donde viven 31,000 personas, abundan los basureros clandestinos. Hay trece, para ser exactos. Esa es la cifra identificada por la Comisión de Medio Ambiente y Recursos Naturales de la comuna luego de hacer un recorrido por los alrededores del pueblo. El dato alarma a las autoridades del Centro de Salud ya que en estos botaderos se generan criaderos de moscas, cucarachas, zancudos y ratas.
Como Santiago Sacatepéquez es uno de los distritos que reconoce la Autoridad para el Manejo Sustentable de la Cuenca del Lago de Amatitlán -AMSA- los desechos podrían ser depositados en el relleno sanitario que la entidad maneja, pero los 20 kilómetros de distancia que los separan lo imposibilitan. Los recolectores no pueden costear el traslado, que se estima en Q60.
Ante ello, Fidelino Saz, segundo concejal de la comuna, y presidente de la Comisión de Medio Ambiente, sugiere “crear un reglamento municipal para ser utilizado en los municipios y así evitar la proliferación de basura”.
En 2013, el Instituto Nacional de Tecnificación y Capacitación –Intecap- realizó un estudio donde se obtuvieron los siguientes resultados sobre la basura en este municipio: el 60% es desecho orgánico, 20% no es biodegradable y el otro 20% es reciclable.
“Por ser un pueblo de agricultores, hay lugares donde se generan desechos orgánicos que se pueden convertir en abono natural”, manifiesta José Simón del centro de salud. Este podría ser compost de lombriz.
Sin embargo, la falta de empresas que se dediquen a la compra de basura reciclable en el lugar impide que se pueda aprovechar de esta manera. En el vertedero municipal, según Manuel Navas, el dueño del terreno donde está ubicado, trabajan diez personas que extraen lo que puede venderse. Quienes se dedican a ello manifiestan que dos carros particulares adquieren su producto.
Del mercado municipal se extraen cuatro toneladas diarias de basura, asegura el administrador Juan Yucuté.
La municipalidad, en conjunto con las escuelas del área, realiza días de limpieza, pero el impacto no ha trascendido. Los pobladores tiran la basura en la calle, ya que lo prefieren a pagar los Q20 que cobran las empresas de recolección.
Josefina Itzol, vecina, cuenta: “Las personas se enojan cuando se les menciona que hay que depositar la basura en su lugar. Dicen que la municipalidad es la encargada de realizar ese trabajo”.
Por otra parte, todas las semanas el centro de salud brinda información por medio de un programa de radio donde se brindan consejos para reciclar y cada mes realiza talleres denominados “escuelas saludables” donde se enseña a tratar la basura a niños y jóvenes.
Eva Márquez, maestra de la escuela de párvulos del municipio, recomienda a los niños colaborar con la comunidad; no tirar basura en la calle, reutilizar el papel, no usar bolsas plásticas y, sobre todo, hacer estas recomendaciones a los padres de familia.
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Esta nota es producto del Diplomado «Periodismo, Fiscalización y Transparencia» que imparte el International Republican Institute, bajo la coordinación de Laboratorio de Medios, S.A. a periodistas de diversos departamentos de Guatemala. (La asistencia financiera y técnica que el International Republican Institute (IRI) otorga para esta actividad es provista por la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) y es posible gracias al apoyo del pueblo estadounidense).