“Nos llaman empíricas, pero tenemos sabiduría, talento e inteligencia”

19 julio 2017

María Emilia Quexel Chiquitó es enfermera auxiliar y comadrona en Sumpango. Lamenta que el presidente Jimmy Morales vetara la ley que reconocía su trabajo.

María Emilia Quexel, comadrona de Sumpango, en su lugar de trabajo. Foto: Angélica Cubur
María Emilia Quexel, comadrona de Sumpango, en su lugar de trabajo. Foto: Angélica Cubur

Por Elsa Amanda Chiquitó

María Emilia Quexel Chiquitó tiene 53 años. Es maya Kaqchikel originaria de Sumpango, Sacatepéquez. Es comadrona, bordadora, defensora de los derechos humanos y ama de casa.

–¿Cómo se inició como comadrona?
–Me gusta mucho el tema de salud. En mi vida he superado muchas enfermedades. Nadie sabía que tenía, no me podían tratar y por eso empecé a trabajar como promotora en el centro de salud. Estudié, ya casada. Me costó. Saqué la carrera de enfermera auxiliar y empecé a prepararme como comadrona. Trabajo en esto desde hace 25 años y lo hago todos los días. Yo le pedí a Dios que me indicara cuál tenía que ser mi trabajo y me respondió.

–¿Cuáles son las principales satisfacciones que obtiene por prestar este servicio?
–¡Que lo que uno aprende nadie se lo quita! Sé sobre control de embarazos, sé cómo escuchar a las pacientes y cómo llevarle el tiempo a una gestación. Es muy importante, en este trabajo, contar las semanas. Determinar cuándo el parto será normal y cuándo hay riesgos. A mí nunca se me ha muerto un bebé. Y es una gran emoción recibirlos, verlos crecer y que una mamá se me acerque y me diga, “mirá cuánto tiempo tiene”. Verlos sanos es una alegría. Y la mayoría de personas que me buscan es porque otras pacientes me recomiendan.

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–¿Alguna anécdota que le haya marcado?
–He estado en partos difíciles. Cuando la placenta no desprende he sentido temor, pienso que puede suceder algo negativo, pero gracias a Dios el triunfo sucede. Recuerdo cuando, en una ocasión, una bebe no nacía, pero, después de que sus padres realizaron una oración se dio el milagro.

–¿Cuáles son los principales obstáculos que ha encontrado?
–No somos escuchadas ni bienvenidas en los centros de salud y hospitales. Y nuestras pacientes no son bien recibidas. Pero no denunciamos. Muchas comadronas no entienden español porque se expresan en su idioma materno y porque utilizamos nuestro traje, por esa razón somos discriminadas.

–¿Qué opina de la decisión gubernamental de vetar la ley de comadronas?
–Faltó voluntad política. Deberían de apoyarnos. Prestamos primeros auxilios cuando atendemos partos y también después sin recibir ningún incentivo. Camila Rabay, una comadrona que en paz descanse, me decía: “Usted que está más preparada hable por nosotras. Que nos apoyen. Dimos toda una vida por los pacientes. Nos desvelamos. Viajamos con frío y lluvia hacia las aldeas y nuestros pacientes no tienen recursos”. Pero no se tomó en cuenta nuestra propuesta y se nos invisibilizó. Si vamos a las aldeas subimos los cerros y al final nuestros pacientes no tienen recursos para darnos un incentivo. El presidente Jimmy Morales no tomó en cuenta nuestra propuesta, fuimos invisibilizadas cuando se negó el apoyo. Se nos llama empíricas, pero tenemos sabiduría, talento e inteligencia.

–¿Cómo cree que ve la sociedad el quehacer de las comadronas?
–Para unos tenemos valor y siempre nos buscan. Para otros no, porque no toman en cuenta el control de embarazo que realizamos y confían más en los médicos.

–Según su experiencia, ¿qué se necesita mejorar para que las comadronas tengan un espacio seguro y más preparación para atender a las mujeres en sus comunidades?
–Se requiere de más capacitaciones como encuentros de comadronas en donde podamos compartir experiencias e intercambiar ideas. Necesitamos más equipo. La tecnología ha avanzado mucho y si no sabemos, los aparatos no responden. Necesitamos se tome en serio nuestro trabajo y que nos permitan expresar lo que digo ahora. Los gobernantes tienen que despertar.


Esta nota es producto del Diplomado “Periodismo y Desigualdad” impartido por Laboratorio de Medios, S.A., a comunicadores de varios departamentos de Guatemala con financiamiento de Oxfam y la Inter-American Foundation (IAF.) El contenido es exclusiva responsabilidad de su autor.

Ana Carolina Alpírez

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