TuMuni planea un transporte aéreo para seis mil pasajeros por hora. Aunque lo propone como una solución, economistas y diputados no están tan seguros de ello.
Por Carmen Maldonado Valle
El aerometro es un sistema de transporte por cable prometido por la municipalidad de Guatemala desde 2015. Tendrá 506 góndolas, viajará a 21 kilómetros por hora y aspira a transportar a seis mil personas cada hora, de acuerdo con la entidad.
En 2020 se concesionó este plan a un consorcio integrado por Cablevía de Guatemala, Desarrollos Residenciales Victoria, Desarrollos Torino y Doppelmayr Guatemala. Se espera que estén a cargo de él durante 25 años y establecieron Q3.57 como costo para el pasaje, aunque con IVA su precio final serán Q5.35.
Tras aprobar el contrato, la decisión sobre si el aerometro funcionará o no, está en manos del Congreso de la República. Lleva ocho meses en la agenda y aún no hay resolución.
Para saber más sobre él y conversar sobre su viabilidad, Ojoconmipisto invitó a tres voces expertas: Alessandra Gallio, concejala II de MuniGuate; Román Castellanos, diputado de Semilla; y Rudy Herrera, economista y especialista en movilidad. Ella ve este medio como una mejora en el traslado de pasajeros en el país. Ellos, no tanto.
Lo bueno
Gallio ve como innovador este sistema “y puede mejorar la vida de la gente porque no es invasivo. No busca eliminar el tráfico sino mejorar la movilidad urbana e incentivar el uso del transporte público para lograrlo”, dice. Además, explica la ruta a seguir por los teleféricos: un trayecto de Molino de las Flores en Mixco hasta la zona 9 capitalina realizado en 28 minutos en vez de hora y media, según estimaciones de la comuna.
También encuentra una ventaja en delegar la gestión de este plan a la iniciativa privada, pues no se requeriría invertir fondos públicos para garantizar su funcionamiento ni para mantenerlo durante, mínimo, dos décadas. “Las góndolas serán una opción eficiente, segura y funcional. Ahora uno va a diez kilómetros por hora en el tráfico de la calzada Roosevelt, pero al pasar por encima de los carros se duplicará esa velocidad”, añade la concejala.
Rudy Herrera agrega un beneficio: a su parecer, viajar en estas “burbujas” aleja a las personas de la violencia, asaltos o cualquier peligro al cual se exponen mientras sus vehículos están varados en la carretera a causa del tráfico.
Lo no tan bueno
Herrera menciona ejemplos de sistemas de transporte por cable en otros países, como Venezuela, Bolivia y Perú, pero a raíz de las experiencias en esos lugares ve las desventajas. La primera, a su criterio, es no reducir el tráfico porque los teleféricos no fueron pensados para ello ni para llevar a las personas a sus empleos, sino para movilizar a pobladores en lugares de difícil acceso, como montañas o barrancos (no sobre una calzada, como se planea con el aerometro).
“También pensemos en imprevistos. Aunque la municipalidad no deberá invertir en mantener las góndolas, sí debe contemplar que si una falla, todo el sistema para. No es como un transmetro, donde si uno se avería el otro pasa al lado y lo sustituye”, agrega.
Por otro lado, ve una debilidad en no resolver los problemas de fondo. Estos son, a su criterio, la inseguridad en el transporte público actual, la inexistencia de opciones de movilidad en algunos sectores del país (sobre todo a raíz de la pandemia) o la necesidad de utilizar carro porque no existe infraestructura para quienes se conducen en bicicleta, monopatines u otros medios.
“Los economistas perseguimos la eficiencia de los recursos. Guatemala tiene sistemas ahora, pero no los arregla y en vez de eso buscamos crear uno nuevo sin resolver los problemas actuales”, asevera. “Quienes tienen mayor necesidad del sistema público son los peatones, pero no pensamos en ellos cuando queremos meterlos en plataformas y burbujas eléctricas. Deberán hacerlo, porque no se sienten seguros al caminar en espacios planos”, añade.
Gallio reconoce la insuficiencia del teleférico para solucionar estas dificultades, pero sí ve en él una manera de ofrecer alternativas a los usuarios. Para ella, mejorar la movilidad no depende solo de la municipalidad, sino también de tomar medidas como mejorar el periférico, reducir la capacidad de los parqueos en centros comerciales o implementar pico y placa.
Las dudas
El aerometro ya se discutió en dos ocasiones en el Congreso de la República, pero para ponerse en marcha requiere un debate más. El diputado Román Castellanos duda de los beneficios del aerometro porque, dice, pagar alrededor de Q10 diarios para viajar en él es incompatible con el presupuesto del ciudadano promedio.
Gallio no lo toma como una dificultad, porque a raíz de la pandemia las opciones privadas han tenido auge a pesar de ser más costosas. Insiste en la calidad de la alternativa planteada por TuMuni, cuya infraestructura responderá a lo esperado por la población, sostiene.
Castellanos también lo cuestiona como la mejor opción pues “su velocidad es baja y eso no es una ventaja. No es sostenible pagar ese precio a lo largo del tiempo y no es flexible según la demanda. Si a ciertas horas hay mayor afluencia no se pueden mandar más góndolas”, explica, y eso puede ser un inconveniente para los usuarios.
El congresista también se pregunta si la población preferirá utilizarlo, porque “¿cómo? No se ofrecen al menos parqueos gratuitos para dejar los carros antes de abordar el teleférico, entonces su público meta se reduce a peatones, cuando en realidad no son ellos quienes generan congestionamiento”.
La concejala II insiste en que la finalidad del sistema no es reducir el tráfico.
Si el Congreso resuelve a favor, TuMuni estima poner en marcha el Aerometro en 2023, el año electoral. A partir de entonces, los proveedores deberán encargarse de su funcionamiento y reparaciones durante un cuarto de siglo. Se construiría en dos fases y la primera estaría lista para movilizar a los habitantes desde el Trébol hasta la zona 9.