Las historias de tres jóvenes reflejan los riesgos y temores que implica migrar hacia Estados Unidos.
Por Mónica Villeda
El largo recorrido que, todos los años, efectúan miles de jóvenes para llegar a Estados Unidos es cada vez más difícil. Las cifras hablan por sí solas y reflejan cuánto se ha complicado el paso por las fronteras.
En diciembre 2020, el Instituto Guatemalteco de Migración reportó 23 mil 595 deportados por vía área y terrestre. Este año, hasta el 27 septiembre, se contabilizan ya 28,559 retornados por tierra y por vía aérea, desde México, 2,731 (hasta el 26 de agosto) y 63,167 desde Estados Unidos (hasta el 27 de septiembre).
Jaison Aldana conoce los riesgos y los problemas que los migrantes enfrentan. En 2018, hizo el viaje a Estados Unidos, a bordo de furgones que lo llevaron de Guatemala a Puebla. El calor dentro era tan intenso, que algunos se desmayaron. “Recuerdo que una señora embarazada empezó a sangrar y más tarde perdió a su bebé”, relata.
Jaison es hoy migrante indocumentado: tiene dos trabajos y está estudiando.
Escuchar historias de jóvenes que migran es cada vez más frecuente. Lo hacen por falta de oportunidades, como se refleja en el estudio “¡Los jóvenes exigen!, elaborado por la Asociación de Investigación y Estudios Sociales, ASIES, que refleja sus principales demandas.
“No hay carreras técnicas o las que hay son inadecuadas al contexto actual. Las universidades son poco flexibles. El trabajo de medio tiempo no se ha implementado como se debería. Todos estos son factores truncan los sueños de los jóvenes”, apunta el doctor Jahir Dabroy, quien coordinó el estudio de ASIES.
En Los Angeles, California -estado en el que vive el 33.8 por ciento de guatemaltecos migrantes, según datos de OIM– opera la organización Southeast Leadership Network -Red de Liderazgo del Sureste-, establecida para empoderar a jóvenes con problemas de inmigración y a quienes apoyan sufragándoles gastos para solicitud de permisos de trabajo y brindando talleres informativos sobre políticas migratorias.
“Hemos beneficiado a más de mil guatemaltecos y es un reto porque cada día crece la población de migrantes, y necesitan de orientación” indica Sergio Infanzon, su coordinador.
Julián Zatarian, mexicano, recibió asesoría por parte de la entidad para aplicar al programa de Acción diferida para los llegados en la infancia, conocido como DACA por sus siglas en inglés, y que fue declarado ilegal en julio por un juez federal de Texas. La administración de Joe Biden ya apeló esta decisión.
“El programa me permitió salir de las sombras y tener una vida más estable en este país. Lo más importante es que nos libramos de esa presión de que en cualquier momento podríamos ser deportados” cuenta Hernández.
De hecho, hasta marzo de 2021, los beneficiarios del Daca residentes en California ascienden a 175 mil 530 jóvenes. De éstos, 16 mil 140 son guatemaltecos.
Del otro lado del espectro está Dorian Ramírez, de 21 años, quien regresó a Guatemala el pasado 18 de septiembre, después de pasar tres meses en una cárcel de Dallas. Ahora se concentra en encontrar un trabajo en el país pagar la deuda que adquirió en su intento fallido por quedarse en Estados Unidos.
“No pienso intentar de nuevo. Fue una experiencia difícil, que no le deseo a nadie”, puntualiza.
Anna Santos, de la asociación Christian Chaplain en Los Angeles asegura que este es el peor momento para pensar en migrar, tanto por el refuerzo de las fronteras como por el crimen organizado.
Y para evitar el éxodo, apunta Dabroy, “Guatemala necesita espacios de formación seria. La presencia del Estado en todo el territorio es fundamental para mejorar la educación, salud y seguridad alimentaria”. Sólo así evitaremos que nuestros jóvenes, que representan el 30 por ciento de la población, se vean obligados a salir.
«Esta nota es producto del Taller “Periodismo y Migración” que imparte el International Republican Institute (IRI), bajo la coordinación de Laboratorio de Medios, S.A. a periodistas de diversos departamentos de Guatemala. La asistencia financiera y técnica que IRI otorga para esta actividad es provista por la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) y es posible gracias al generoso apoyo del pueblo estadounidense. Los puntos de vista y opiniones expresados en esta nota son de los autores y no necesariamente reflejan la política oficial de USAID o del gobierno de los Estados Unidos.»