En Quetzaltenango entidades públicas y privadas combaten la desnutrición crónica infantil enseñando a las familias a comer mejor.
Por Shirlie Rodríguez
José, de 10 años, fue diagnosticado con desnutrición aguda cuando tenía tres. En su cuadro clínico presentaba bajo peso y talla y fue atendido en los servicios de salud de Sibilia, lugar donde nació. Sus padres decidieron mudarse a Quetzaltenango para que la familia tuviese mejores oportunidades pero la realidad fue muy distinta.
Brenda, madre de José, cuenta que su esposo y ella se casaron muy jóvenes, sin terminar su educación básica, lo cual les redujo la posibilidad de mejores espacios laborales. Migrar a Estados Unidos fue la única opción para Alberto, su cónyuge.
Desde hace cinco años Alberto le envía dinero. Le pidió, además, que ya no trabajara en la tortillería que tenía, sino que se dedicara a su hijo. Brenda recibe mensualmente entre US$300 y US$350, lo cual le sirve para los gastos mensuales de la casa, alimentación y estudios de José, quien logró recuperarse de la desnutrición.
“Mi preocupación era que mi hijo siguiera aguantando hambre. A veces teníamos para tortillas y frijol, pero ahora hay más dinero y es variada la comida que hago”, explica.
Las remesas son un factor clave para mejorar la calidad de vida de las familias que las reciben pero, según expertos, no se garantiza siempre una mejor alimentación para que niños con desnutrición superen esa condición.
Municipios migrantes, municipios desnutridos
En Quetzaltenango se tienen identificados, en la actualidad, 450 casos de desnutrición crónica en menores de edad. Los municipios con más casos son Coatepeque, Colomba, Génova, San Juan Ostuncalco y la cabecera departamental, según datos proporcionados por el área de salud.
Anahí Recinos, nutricionista del lugar, explica que en estos dos últimos municipios la migración es una constante pero, a pesar de que las familias mejoran sus ingresos, las familias no le apuestan a mejorar su alimentación. Por ello, precisa, se requiere fortalecer la educación alimentaria.
“La dieta básica de las familias se basa en maíz y no hacemos uso de la gran diversidad de alimentos que tenemos a nivel local y regional. Por eso trabajamos mucho en dar consejos de cómo complementar la alimentación para que sea nutritiva y no requiera más gasto. El problema es que muchos compran comida chatarra, frituras, gaseosas y productos que son dañinas y no aportan vitaminas al cuerpo”.
Según el estudio “Opinión de Migración y Remesas en el contexto de la covid-19”, elaborado por la Asociación de Investigación y Estudios Sociales (Asies), más del 49 por ciento del total de remesas que se reciben se emplean para consumo, o sea que se gastan en cubrir las necesidades básicas de alimentación sin que se especifique la calidad de productos adquiridos.
El nutricionista Omar Córdova, de la Asociación 32 Volcanes, la cual trabaja con madres con niños que padecen desnutrición, también enfatiza en la necesidad de que la dieta sea balanceada. Por lo tanto, indica, les muestran que en su plato deben variar las verduras y además en lugar de consumir jugos enlatados, pueden hacerlos ellas mismas con frutas.
Cristian Gonon, delegado de la Secretaría de Seguridad Alimentaria y Nutricional (Sesan) en Quetzaltenango, concuerda en que se requiere el fortalecimiento de la educación alimentaria y en ello se enfocan en la Gran Cruzada por la Nutrición.
“Trabajamos en programas que enseñan a las familias a cultivar sus alimentos y evitar consumo de comida rápida para también evitar que se caiga en el otro extremo, el de la obesidad”, indica. Los municipios que identifican con altos índices de migración y desnutrición incluyen a Palestina de Los Altos, Concepción Chiquirichapa y San Juan Ostuncalco.
José ahora es un niño saludable, superó el cuadro de desnutrición y a pesar de que le gusta la comida chatarra, su madre evitar darle este tipo de alimento. En su plato hay variedad de verduras y los jugos naturales los toma a diario.
“Esta nota es producto del Taller “Periodismo y Migración” que imparte el International Republican Institute (IRI), bajo la coordinación de Laboratorio de Medios, S.A. a periodistas de diversos departamentos de Guatemala. (La asistencia financiera y técnica que el Instituto Republicano Internacional (IRI) otorga para esta actividad es provista por la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) y es posible gracias al generoso apoyo del pueblo estadounidense.) Los puntos de vista y opiniones expresados en esta nota son de los autores y no necesariamente reflejan la política oficial de USAID o del gobierno de los Estados Unidos”.