Las especies decomisadas pueden tener dos destinos: son enviadas a centros de rescate o, cuando la reintroducción a su hábitat no es viable, se recurre a la eutanasia.

Por Rafael Solares
En mayo de 2024, se reportó el hallazgo de tres tigres en una vivienda de Villa Nueva, Guatemala. Las autoridades locales, en particular el Consejo Nacional de Áreas Protegidas (Conap), en coordinación con organizaciones de protección animal, rescataron a los felinos.
Según Norma Coj, de la unidad de comunicación social del Conap, los tigres fueron trasladados al zoológico La Aurora, donde se recuperaron.
Actualmente permanecen en un recinto aislado, ya que las leyes locales e internacionales prohíben su exhibición mientras se completan los procedimientos legales correspondientes. Se espera que puedan regresar a India, su lugar de origen.
Este incidente generó preocupación sobre el tráfico ilegal de especies exóticas y la tenencia de animales salvajes como mascotas. Además, destacó la necesidad de fortalecer las leyes y regulaciones para proteger la biodiversidad de la flora y fauna silvestre en Guatemala.
Las especies incautadas son entregadas al Conap, que decide su destino. Los animales nativos son trasladados a centros de rescate, rehabilitación y liberación, como Arcas.
La biodiversidad en peligro
Según Alejandro Morales, subdirector del programa médico de Arcas en Petén, el tráfico ilícito de especies abarca cualquier forma de captura, venta, trueque o traslado de animales.
Estas acciones están penalizadas en Guatemala mediante multas por tenencia o compra sin los permisos correspondientes. Aunque la legalidad varía en cada país, el denominador común es que se trata de una actividad que amenaza la biodiversidad y el equilibrio ecológico.
Morales señala que el tráfico de especies ocurre por múltiples factores, entre los que se incluyen motivos socioculturales, como el uso de la medicina tradicional. En algunos casos, esta práctica carece de fundamentos científicos, pero persiste debido a creencias históricas. Además, las redes sociales han amplificado el problema, ya que figuras públicas exhiben animales exóticos, lo que provoca que sus seguidores deseen adquirir estas especies.
En Guatemala, el tráfico de especies incluye guacamayas, loros, venados, pizotes, mapaches, jaguares y aves de presa. Sin embargo, el país también sirve como ruta de tránsito para el comercio ilegal de animales exóticos como tigres, leones, hipopótamos, cebras y antílopes, los cuales son traficados hacia otros mercados.

Qué hace Diprona
La División de Protección a la Naturaleza (Diprona) de la Policía Nacional Civil (PNC) es una de las instituciones encargadas de combatir el tráfico ilícito de flora y fauna en Guatemala.
Su labor incluye operativos y patrullajes con unidades policiales especializadas como la División de Puertos, Aeropuertos y Puestos Fronterizos (Dipafront) y la Subdirección General de Análisis de Información Antinarcótica (Sgaia), y patrullajes y cooperación internacional con organismos como Interpol.
Actualmente, cuenta con 300 agentes distribuidos en 20 sedes en 14 departamentos del país.
El agente Osman Santiago Navarro, secretario de turno de Diprona, explica que las principales acciones incluyen incautación de especies nativas y exóticas traficadas ilegalmente; patrullajes en áreas protegidas; operativos en carreteras principales hacia las fronteras con México, El Salvador y Honduras; controles en puntos fronterizos, puertos y aeropuertos; registro de personas y vehículos sospechosos; y la activación de alertas en casos de tráfico internacional.
Las especies incautadas son entregadas al Conap, que decide su destino. Los animales nativos son trasladados a centros de rescate, rehabilitación y liberación, como Arcas. En el caso de otras especies, se evalúa la posibilidad de reubicarlas o liberarlas en su hábitat natural.
Morales señala que en 2024, Ardas recibió 600 animales de 62 especies lesionadas por el tráfico y la caza ilegal. Esta cifra, indica, crece cada año y esto alarma.

Centros de rescate y rehabilitación
Alejandro Morales explica que los centros de rescate, como Arcas, desempeñan un papel fundamental en la rehabilitación de los animales incautados para su eventual liberación. En algunos casos extremos, cuando la reintroducción a su hábitat no es viable debido a condiciones de salud o adaptación, se recurre a la eutanasia o sacrificio médico ético.
Estos centros requieren una infraestructura adecuada, personal capacitado y una red de colaboración efectiva entre entidades gubernamentales y organizaciones civiles para garantizar un manejo apropiado de las especies rescatadas.
Actualmente, ni el Conap ni Diprona cuentan con datos precisos sobre las incautaciones de especies. La información de ambas instituciones se enfoca principalmente en el decomiso de madera y leña de pino, ciprés y encino, ya que, debido a su tamaño y volumen, son los más notorios en los operativos de control en las carreteras del país.
Morales y Santiago coinciden en que el tráfico ilegal de especies en Guatemala es un problema complejo que requiere un enfoque multidimensional. Aunque instituciones como el Conap, Diprona y Arcas realizan campañas educativas en comunidades y escuelas para fomentar el respeto por la fauna y prevenir el tráfico, consideran que es necesario reforzar las leyes y mejorar la coordinación entre entidades para combatir este delito.
Esta nota es producto del Diplomado Fundamentos de la Conservación de la Naturaleza, apoyado por la Fundación Luis von Ahn y Defensores de la Naturaleza, coordinado por Laboratorio de Medios. Los autores son los responsables del contenido.