El desorden impera en los mercados de Quetzaltenango

Las calles han sido invadidas por las ventas informales que aprovechan cualquier espacio para la colocar sus productos e incluso, utilizan parte de las calles para la instalación de champas sin autorización.

Por Ojoconmipisto

La municipalidad de Quetzaltenango aún no dan muestras de cómo abordarán este problema, que ha generado malestar entre los pobladores y críticas de los expertos, quienes sin consuelo aseguran que se vive en “desordenango”.

El investigador de la Unidad de Investigaciones del Centro Universitario de Occidente (Cunoc), Jorge Lemus, afirma que el desorden en la cabecera departamental cada día se agudiza más: “Si vemos en cada esquina o calle, hay ventas informales, lo que complica intentar tomar el control por parte de las autoridades que han permitido que la informalidad se apodere de los espacios públicos”, dice.

Lemus resalta que cada día son más las ventas que se han instalado en distintos puntos, lo que genera conflicto con los vecinos: “Recién se concluyó un estudio que demuestra que la mayoría de personas que venden en la ciudad no viven en ella. También se evidenció que las autoridades no tienen un registro de cuántas ventas hay instaladas e incluso no se tiene un control exacto sobre el cobro que se realiza, ya que ese dinero en su totalidad no llegan a las arcas de la comuna”, explica.

Para el director de la División de Ciencias Económicas del Cunoc, Walter Poroj, la situación es preocupante ya que no se brindan las condiciones para que las personas pasen de la informalidad a la formalidad. «Las autoridades deben tomar acciones para evitar la proliferación de ventas y mejorar las condiciones de los mercados de la ciudad”.

“Quienes están en la informalidad no pagan impuestos, mucho menos un local comercial o empleados. Simplemente, invaden los espacios y generan basura que muchas veces queda en las calles», señala Poroj.

Actualmente la ciudad cuenta con cinco mercados, Los Trigales, en zona 7; Las Flores; Centro Comercial Municipal, en zona 1; Minerva y Democracia en zona 3, siendo estos últimos dos, los que aglutinan la mayor cantidad de ventas.

El estudio del Cunoc señala que en el mercado Minerva existen 1,700 ventas instaladas, de ellas solo 200 cuentan con local propio, las demás son champas improvisadas y más del 50 por ciento únicamente utiliza el espacio para ofrecer sus productos sin mas protección que una sombrilla.

Sí haremos algo

El alcalde la ciudad de Quetzaltenango, Luis Grijalva, afirma que se tomarán acciones para retirar de las calles a los vendedores que no cuenten con autorización municipal.

“Hemos sostenido varias reuniones con vendedores que están solicitando se les autorice el utilizar espacios públicos, pero no se ha hecho pues obstaculizan el paso y generan diversos problemas, por lo que esperamos ahora los dictámenes de la Comisión de Abastos para definir los pasos a seguir”, afirma el jefe edil.

Competencia desleal

Para el presidente de la Cámara de Comercio filial Quetzaltenango, Jorge García, las ventas informales generan una competencia desleal: “Ellos no tienen gastos como las empresas formales. Hemos visto con preocupación que incluso algunos empresarios han migrado a la informalidad debido a los costos que representa tener a una empresa, por lo que las autoridades deben buscar una solución a esta problemática, ya que siguen sin hacer nada al respecto”, asegura.

Para el empresario Hugo Urizar, el crecimiento de las ventas informales en distintos puntos de la ciudad de Quetzaltenango, genera caos y problemas para todos los sectores. “Este problema se ha agudizado con el paso de los años, ahora vemos áreas públicas convertidas en mercados y las autoridades municipales no hacen nada al respecto. De no tomarse acciones, esto se saldrá de control».

«Es por necesidad»

Carmelina López, originaria de aldea Las Majadas, señala que llega al mercado por necesidad. “En la comunidad producimos hortalizas y flores principalmente, las cuales venimos a vender al mercado. Tenemos la necesidad de vender por que estos ingresos me sirven para sostener a mi familia”, afirma.

Por su parte, Rogelio Pérez, del municipio de Olintepeque, explica que las autoridades debieran brindar un espacio adecuado para la instalación de ventas: “Ya tengo varios años de vender acá en el mercado y ha crecido por la necesidad que tenemos varias personas de vender y así ganar algo para el sustento del hogar. Las autoridades debieran adecuar bien los espacios, pues si usted observa las señoras están sentadas bajo el sol y en el suelo, solo quienes tienen la capacidad pagan un local”, explica.

Pese a esta situación, en Quetzaltenango no se han construido más mercados, el último fue el de Los Trigales, inaugurado en 1997. Desde esa fecha las autoridades no han hecho mayores inversiones, como lo  explica Daniel Monterroso, quien fungió por 20 años como jefe de Abastos de la comuna altense.

“Cuando empecé a trabajar se tenía personal suficiente para atender los mercados, pero luego las autoridades decidieron atender otras necesidades y dejaron en el abandono a la dependencia. Ya no se realizaron más contrataciones y con el poco personal, es imposible atender la creciente demanda de personas que buscan un puesto para sus ventas. En este sentido, hay mucho por hacer”, reconoce Monterroso.

*Crédito de fotografía: Ojoconmipisto

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