Algunos alcaldes optan porque los pobladores se cuiden solos ante la presión y el presupuesto significativo que exige mantener los accesos restringidos.
Por Claudia Palma
Santa Catarina Palopó, Sololá, podría retirar a partir del 10 de julio los puestos de desinfección y registro de los distintos ingresos al municipio, pues los pobladores se resisten a resguardarse, dijo el alcalde, Cruz Sajbin Ordóñez.
“La gente ya no quiere que le pregunten a dónde va ni de dónde viene. Ya ni siquiera reciben el gel”, comentó el jefe de la comuna. A estas razones agregó el alto costo de mantener los puntos de desinfección.
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En Santa Catarina Palopó, donde no se registran casos, los pobladores comienzan a dudar de la existencia del coronavirus. Aunque el municipio respetará los toques de queda, permitirá abrir los mercados y la libre circulación de tuc tuc.
La semana pasada pobladores de Sololá realizaron una concentración frente a la municipalidad para oponerse a los hisopados que se realizan en los mercados.
Aquí no hay coronavirus
Una situación similar de resistencia a cumplir las medidas de contención para evitar el COVID-19 ocurrió en Uspantán, Quiché, donde hace dos semanas los pobladores se aglomeraron para oponerse al traslado de un trabajador del área de Salud, del hospital de Uspantán al de Quetzaltenango.
“Es una situación desgastante, la gente dice que el coronavirus no existe porque los casos (de Uspantán) no salen en la televisión. Decidimos fortalecer las garitas de control de acceso al municipio y se dejó operar normalmente al mercado y a los tuc tuc, empezamos a hacer énfasis en que la población debía cuidarse sola y tomar sus propias medidas”, dijo el alcalde Victor Hugo Figueroa Pérez.
En el municipio, donde se registran tres casos activos, el alcalde divulgó el número de espacios disponibles en el cementerio de la localidad. La medida, o el disuasivo, funcionó. “El costo de restringir el paso al municipio, es muy alto” coincide Figueroa con Sajbin.
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Los vecinos de Ixcán, limítrofes con Uspantán, no ven la necesidad de cerrar el municipio, pues las siete microrregiones en que se divide necesitan abastecerse. Además enfrenta una severa escasez de agentes de la Policía Nacional Civil (PNC) para hacer cumplir los toques de queda, indica el alcalde Antonio Calel.
El jefe de la comuna admite que la presión de los consejos comunitarios de desarrollo (cocode) para relajar las medidas es constante. “La gente está cansada, ha sido un confinamiento muy largo”, dijo.