Mientras en el sector privado hay mayor tendencia a volver a clases presenciales, los alumnos de escuelas públicas deben seguir a distancia, aunque no todos tienen conectividad.

Por Carmen Maldonado Valle
La ministra de Educación, Claudia Ruiz, reconoció el 28 de abril que aunque las clases presenciales vuelven de a poco, aún quedan escuelas sin agua, sanitarios o condiciones higiénicas. Los alumnos de esos establecimientos no podrán volver a sus aulas mientras se remozan y su educación deberá continuar apegada a la virtualidad, a pesar de que en Guatemala solo cuatro de cada diez personas tienen acceso a internet.
Tras dos años de pandemia, la cartera respondió a través de acceso a la información que a nivel nacional, 15 de cada 100 establecimientos públicos no tenían agua para sus estudiantes. Equivalen a 5 mil 679 escuelas, de las cuales se repararán 4 mil con fondos de la cartera y de entidades como el Banco Interamericano de Desarrollo y Save The Children.
Mientras los centros educativos se adaptan para satisfacer necesidades básicas de higiene, “seguiremos con educación híbrida para los alumnos de estos lugares”, sostuvo Ruiz. Sin embargo, en Guatemala al menos 36% de la población no tiene acceso a celulares, 77% no usa computadora y 69% no tiene internet.
De las 340 ciudades, Panzós (Alta Verapaz) ocupa el puesto 332 en uso de internet en niños y adolescentes y nueve de cada diez habitantes no tienen computadoras. Allí el Mineduc no registra centros educativos privados, sino 36 oficiales y municipales. Ninguno tiene agua. “No podemos llevar tecnología a todos los niños porque no tenemos presupuesto suficiente. Tampoco podemos hacer muchos cambios en escuelas porque es competencia del ministerio”, sostiene el alcalde, Ernesto Ramírez.
No es la única ciudad en el departamento donde faltan herramientas tecnológicas, pues Senahú y Chisec, dos de las localidades más lejanas de la cabecera, también pasan por ello. Al consultar con las direcciones de planificación de estas localidades, la primera (con un tercio de sus escuelas sin agua) admite no tener suficientes proyectos para este fin porque no tiene presupuesto. Mientras la segunda (con dos tercios de sus escuelas sin agua) negó saber sobre el tema.
Como en Chisec, las autoridades de otras localidades con baja conectividad no tienen información sobre al respecto. En Colotenango, Huehuetenango, al menos dos de sus escuelas públicas no tienen agua y 35 tampoco drenajes. “Desconozco sobre el tema”, responde el jefe edil, Romeo Domingo, al preguntarle sobre el saneamiento de las instalaciones. Tampoco planea proyectos para aumentar el acceso a internet o dispositivos electrónicos para los estudiantes.
Para el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF, por sus siglas en inglés), contar con internet es “indispensable” para todos porque amplia la información disponible, pero lo es sobre todo para los más jóvenes por ser una herramienta educativa. Además, influye en las posibilidades de obtener trabajo a futuro porque los empleos mejor remunerados requieren habilidades digitales.
“Mejor ya no estudies”
Además de la lejanía de los dispositivos electrónicos, UNICEF ve con preocupación la falta de higiene en centros de estudios. Aunque tienen consecuencias para todos el no contar con agua o baños, hay mayores desventajas para las niñas y adolescentes, pues al tener el período menstrual aumentan las probabilidades de deserción escolar a causa de la incomodidad. En Guatemala el Mineduc registra 40 mil 899 establecimientos, también privados, sin sanitarios para los alumnos.
Para Gabriela de Búrbano, coordinadora de la Gran Campaña Nacional por la Educación, no tener agua, sanitarios, drenajes o conectividad dentro y fuera de las escuelas disminuye las posibilidades de desarrollo de la sociedad, pero se debe recordar que son circunstancias no resueltas incluso antes de la pandemia: “Antes al menos iban a las escuelas y ahora les piden estudiar a distancia cuando no todos tienen las posibilidades. Si es tan difícil, tan lejano, el mensaje termina en un ‘mejor ya no estudies’”.
Aun así, continuar en casa mientras se remozan las escuelas no debería ser una opción, porque durante estos dos años los niños han perdido oportunidades de aprendizaje, habilidades psicosociales, contacto con personas de su edad y solo los recuperarán si vuelven a las aulas. “Tenemos a niños de tercer grado sin saber leer y eso es solo un ejemplo de las consecuencias de esto. No se trata de arriesgar la salud de los alumnos en clases abarrotadas, sino de ser creativos para nivelar los conocimientos”, agrega.
Para no perder un año más, algunas de las prácticas recomendadas por la especialista son buscar lugares al aire libre o amplios para impartir las lecciones, aprovechar el potencial de la radio para compartir información o fomentar el aprendizaje a través de proyectos y no solo teoría. También sugiere capacitar a los padres de familia para dar un mejor acompañamiento educativo a sus hijos y destinar fondos públicos a la ampliación de la conectividad.
Para esta nota se intentó obtener la postura del ministerio de Educación. El primer día, el personal indicó no tener a nadie disponible para ofrecerla porque todos se encontraban en una capacitación. El segundo, comunicación social se comprometió a dar una respuesta en cuanto tuviera la información, pero al cierre de esta nota, no sucedió. También se intentó hablar con la titular, Claudia Ruiz, pero no respondió a ninguna de las llamadas a número.