En las últimas dos décadas, el año con más cementerios autorizados fue 2020

25 octubre 2021

Desde el inicio de la pandemia, el ministerio de Salud aprobó la construcción de 25 camposantos nuevos en Guatemala. La mayoría se encuentra en el occidente del país.

Inauguración del segundo cementerio municipal de Cabricán, Quetzaltenango, en junio de 2021. Foto: alcaldía de Cabricán.


Por Carmen Maldonado Valle

Entre el 1 de enero de 2001 y el 13 de octubre de 2021, el Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social (MSPAS) admitió la construcción de 173 cementerios. En 2020, 17 obtuvieron el aval de la cartera y fue el año con más autorizaciones. Ocho más se aprobaron en 2021.

Los camposantos se encuentran en Guatemala, Chimaltenango, Sololá, San Marcos, Huehuetenango, Quiché, Totonicapán, Escuintla y Alta Verapaz.  En el occidente están 19 de ellos.

Cabricán, Quetzaltenango, es una de las ciudades donde se requería más espacio por la pandemia. En junio de 2020, el concejo municipal aprobó la construcción de un nuevo cementerio porque “tenemos la amenaza de la COVID-19 y casi no hay lugar en el terreno actual. Se requiere un lugar adecuado para prevenir”, se lee en el acta.

La obra se inauguró en 2021 y costó Q384 mil 999. Estuvo a cargo de Menrod Consulting Group y tiene espacio para 564 nichos. En el municipio, al 15 de octubre, murieron ocho a causa del coronavirus.

San José Chacayá, Sololá, obtuvo la autorización del MSPAS para construir un nuevo camposanto en agosto de 2021. A decir del alcalde, Luis Florencio García, empezaron los trámites por prevención, porque cuando empezó la pandemia no todos los habitantes querían usar mascarilla y eso impactaría en los contagios.

“Nos visitó Edwin Asturias (extitular de la Coprecovid) y calculó que si las personas no tomaban en serio las medidas de prevención, podíamos esperar un estimado de 178 muertes por COVID-19. Debíamos prepararnos”, añade García.

Al 15 de octubre, en San José Chacayá murieron ocho contagiados con coronavirus, es decir el 16 por ciento de los enfermos. “Somos una ciudad pequeña y para nosotros ese número es mucho. Aquí todos nos conocemos y perder a un habitante sí impacta a los vecinos”, explica el jefe edil.

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A decir de la municipalidad, no se hizo un concurso antes porque se debía esperar la autorización del ministerio de Salud, además de reunir dinero para la construcción. Por ello, el evento para la obra se publicará en noviembre en Guatecompras.

La comuna de Catarina, San Marcos, también pertenece a este grupo, porque en octubre de 2020 adjudicó un evento para elaborar nichos a causa de la COVID-19. Costaron Q142 mil 186 y se hicieron, según la alcaldía, “de emergencia”.

El exceso de muertes

Un estudio publicado en el American Journal of Public Health determinó que en comparación con el promedio de los últimos cinco años, Guatemala tuvo un exceso de muertes durante 2020. Como se lee en el documento, hubo 8 mil 36 decesos causados de forma directa o indirecta por la pandemia, lo cual supera a los 5 mil 487 fallecidos por la COVID-19 reportados por el MSPAS.

“No solo deben tomarse en cuenta los decesos de los contagiados, sino también de otros afectados por el virus. Muchos tuvieron difícil acceso a servicios de salud por el cierre de consultas externas, por ejemplo, o no pudieron movilizarse para obtener medicamentos imprescindibles”, sostiene la médica, Alejandra Paniagua, una de las investigadoras.

Otro hallazgo, añade, fue la identificación de patrones de muerte, donde destacó la vulnerabilidad de personas a partir de 40 años, cuando en años anteriores esta sucedía a partir de los 60 o 70 años.

“Debe importarnos el exceso de muertes, no solo por su impacto económico, sino también porque los datos arrojan pistas para desarrollar estrategias de rastreo de contagios o medidas de mitigación de la pandemia”, asevera Paniagua.

El estudio concluye que se debe prestar más atención a los decesos clasificados como causados por motivos distintos a la pandemia, porque pueden “completar la imagen” sobre el impacto del virus en el país. Además, es necesario superar las barreras de acceso a servicios de salud, porque estas pueden retardar diagnósticos o agravar las condiciones de los pacientes, entre otras consecuencias.

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