Una madre soltera, de 31 años, originaria de Salamá, Baja Verapaz, salió de su casa en abril 2021. El 9 de agosto se rompió toda comunicación con ella.
Por Patricia Ramírez
La última vez que Hercilia Sical se comunicó con su familia en Salamá, Baja Verapaz fue el 9 de agosto. Les dijo que estaba cerca de la frontera entre México y Estados Unidos, por McAllen, Texas y que ese día -por fin- saldría para Houston. Después de eso no volvió a llamar.
“Desde entonces vivimos en la incertidumbre. No sabemos si está viva o muerta”, dice María Guadalupe Sical, su cuñada. Cuando Hercilia desapareció habían pasado cuatro meses desde que salió de Salamá en compañía de un “coyote”, recuerda.
Sical, de 31 años y madre soltera, estudió hasta tercero básico. Trabajaba como empleada doméstica y ganaba Q600 mensuales para sostener a su hija de 10 años. Decidió migrar para mejorar su situación y tenía planificado llegar a Nueva York. Contrató a un “coyote” al que le pagó Q25 mil, dinero que reunió con préstamos que le hicieron sus familiares y que ahora deben pagar.
“Ella llevaba su celular, mantenía informada a la familia de los lugares donde estaba o pasaba y en las noches le escribía por WhatsApp a su hija”, relata su cuñada. Pero, según cuenta, nada salió bien desde un principio.
“El “pollero” le prometió que en un mes llegaría a su destino, pero estuvo detenida en México durante dos meses y medio”, recuerda.
Y fueron estos mismos “guías” quienes consiguieron su libertad. Tras salir de la cárcel, a Sical la llevaron a una bodega ubicada en Reynosa, en Tamaulipas. Después continuó con su recorrido.
El 9 de agosto se cortó la comunicación. Sus hermanos la han llamado en varias ocasiones, pero no responde. Mientras tanto, su madre, cuenta su cuñada, “no es la misma, está deprimida y su corazón esta dañado”.
Abandonada a su suerte
Luego de que Sical dejó de comunicarse con su familia, uno de sus hermanos que vive en Estados Unidos localizó por teléfono al “coyote” contratado para llevarla “al otro lado” y le pidió una explicación.
El guía, según les contaron, les dijo que la tuvo que dejar abandonada porque “no aguantó caminar la distancia tan larga para llegar al cruce de la frontera”.
“Nos dijo que Hercilia a cada cada rato se detenía para descansar y, cuando ya no podía dar un paso más, la dejó debajo de un árbol con un galón de agua. Después llamó a la patrulla de control fronterizo para que la recogiera. Dice que vio de lejos vio cuando el helicóptero de la “migra” bajó en el punto donde ella se quedó”.
En un audio, proporcionado por Guadalupe Sical, se escucha cuando el pollero a cargo -con acento mexicano- indica “ahí se quedó la muchacha, con migración. No se porque dicen que no está ahí, a menos que haya caminado para una casa o algo”.
Esta voz asegura que dio instrucciones para que se le dejara agua y comida. “El cumplió con su trabajo”, dice el hombre. “Yo los tuve al tanto siempre”. Al final de la grabación, el sujeto repite que la muchacha se quedó ahí “en la carretera y había un papalote de agua y que el muchacho (coyote), no se iba a quedar con ella para que lo agarrara la migra”.
Las llamadas de la extorsión
Después de que sus familiares perdieran la pista de Hercilia, contrataron a otro “pollero” para que la buscara, pero no la encontró.
Un mes después, extorsionistas llamaron al hermano residente en Estados Unidos y le exigieron dinero a cambio de liberarla. Se depositaron US$2 mil diarios a diferentes números de cuenta bancarias por 7 días, denuncia María Sical
Luego pidieron otros US$10 mil, pero la familia en Guatemala ya se había asesorado con religiosos católicos, quienes les sugirieron pedir pruebas de que realmente tenían a la mujer. Lo que enviaron fue la foto de otra persona y un audio cuya voz no pertenecía a Hercilia Sical.
Tamaulipas es la ruta más corta para llegar a Estados Unidos desde Guatemala, pero es además, la más peligrosa por la presencia de bandas que secuestran, extorsionan y asesinan a migrantes.
Y fue el estado donde, el 22 de enero, 16 migrantes guatemaltecos fueron masacrados junto con tres guías mexicanos.
El caso de Sical no es el único. Pero, como indica Carlos Menocal, ex ministro de Gobernación “la Policía Nacional Civil no cuenta con datos o registros de personas migrantes desaparecidas o secuestradas”.
“Lastimosamente la migración es una actividad muy particular. Lo que es un hecho es que los datos de personas desaparecidas o secuestradas se han incrementado”, afirma.
La organización Tumialb’e, (que en Mam significa “Camino) da acompañamiento a familiares de personas migrantes desaparecidas en México y Centroamérica. Marcos Ramírez, de esa entidad, comenta que en este momento tiene registro de una mujer y su hija desaparecidas durante el trayecto a Estados Unidos.
La Asociación de Familiares de Migrantes Desaparecidos estima que en México hay alrededor de 400 personas desaparecidas aunque otras entidades estiman que son muchas más. Hercilia Sical es una de ellas.
“Esta nota es producto del Taller “Periodismo y Migración” que imparte el International Republican Institute (IRI), bajo la coordinación de Laboratorio de Medios, S.A. a periodistas de diversos departamentos de Guatemala. (La asistencia financiera y técnica que el Instituto Republicano Internacional (IRI) otorga para esta actividad es provista por la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) y es posible gracias al generoso apoyo del pueblo estadounidense.) Los puntos de vista y opiniones expresados en esta nota son de los autores y no necesariamente reflejan la política oficial de USAID o del gobierno de los Estados Unidos”.