De los 340 jefes ediles, solo 83 lograron reelegirse. Los otros 257 son nuevos o regresan a la alcaldía después de un tiempo fuera. Al exalcalde le preocupan estos últimos.
Por Ojoconmipisto
Edwin Escobar, excandidato a la presidencia, cumple cuatro meses de estar fuera de foco de los medios y de Guatemala. Tras cumplir dos períodos consecutivos como alcalde de Villa Nueva y ser descalificado en la pasada contienda electoral como candidato a presidente, viajó a Estados Unidos para cursar un fellowship en liderazgo en la Universidad de Harvard.
Desde la crisis del COVID-19, participa en la discusión sobre el rol de los alcaldes en esta pandemia y las acciones que deben priorizar. Entre lo más urgente, advierte, es que sean previsores. Por impopular que parezca, deben preparar fosas comunes e instalaciones municipales para cuando la crisis se agrave. Deben estar en capacidad de atender la demanda para que no se vean, como en otros países, cadáveres en las calles.
El exalcalde villanovano presidió la Asociación Nacional de Municipalidades (Anam) dos veces, entre 2016 y 2020. En su segundo período, Miguel Ovalle, alcalde de Salcajá, Quetzaltenango y actual presidente de la Anam, fue su vicepresidente. Hoy Escobar prefiere tomar distancia. Ve errática la forma en que su sucesor se ha plegado al Gobierno central, sin asumir un liderazgo que obligue al Ejecutivo a considerar a las municipalidades en la gestión de la crisis.
Desde, Boston, Massachusetts, Escobar atendió una entrevista con el equipo de Ojoconmipisto para hablar, entre otros temas, sobre las tareas de los alcaldes en esta crisis y los retos que afrontarán en las próximas semanas.
–Usted conoce bien a las municipalidades, de los 340 alcaldes, sin pretender que dé un número exacto, ¿qué porcentaje considera que está preparado para afrontar la crisis?
–Diría que un tercio. Y me duele decirlo porque no hay escuela para alcaldes. En los cuatro años que estuve en la Anam, me enfoqué en capacitarlos técnicamente con 13 oficinas regionales y más de ciento ventipico técnicos en diferentes áreas. Pero solo un tercio de alcaldes se reeligió, hoy tenemos dos tercios de alcaldes nuevos y con poca experiencia en leyes y en el Código Municipal.
Algunos alcaldes apenas empezaban a poner a prueba sus habilidades como líderes locales cuando empezó esta crisis. Y con una Anam plegada al gobierno, lo que se perdió fue liderazgo y criterio para prepararse anticipadamente. Así como el presidente Alejandro Giammattei se preparó como país cerrando fronteras y preparando instalaciones, había que preparar también a las comunidades.
–Los migrantes han sido deportados y retornan a sus comunidades, creando nuevos focos de contagio, ¿este problema aún se puede revertir?
–Aquí hay tres elementos. Uno, los vuelos que enviaron de Estados Unidos. Por razones humanitarias no debieron haberlo hecho, debimos haber insistido más para que les pasara pruebas a los deportados. (El presidente) Trump salió con medidas fuertes diciendo que iba a quitar visas a los países que no recibieran a sus deportados, al extremo que casi no tienen gente en los centros de detención. Dos, los deportados de México que llegaron en buses huyeron a sus comunidades sin ningún protocolo. Y, tres, todos los pasos ciegos por los que pasan migrantes de ida y vuelta entre Honduras, El Salvador y México, eso puede provocar que más gente se contagie.
Creo que hay que hacer nuestro mayor esfuerzo para identificar positivos y aislarlos a nivel comunitario. Parece chiste, pero lo que hace “Tres Kiebres” (Esduin Javier, alcalde de Ipala) es correcto, él está pendientes de quién entra al pueblo y si está guardando la cuarentena.
–Pero eso se puede hacer en municipios pequeños…
–Claro, de 10 mil a 20 mil habitantes y donde se respeta a la autoridad. Las comunidades indígenas serán muy disciplinadas en el altiplano, hay lugares como Chajul, Quiché, muy disciplinados. Es gente que tiene estructura. No hay que darse por vencidos, hay que aplanar la curva porque no tenemos infraestructura (de salud) para atender la pandemia y controlar los brotes donde se den. Pero para esto se requiere de un liderazgo local y que la población respete las medidas que tomen sus alcaldes.
–Los vecinos dejarán de pagar sus impuestos y los ingresos de las municipalidades mermarán, ¿cómo deben reorientar las alcaldías los recursos?
–No son datos exactos, pero alrededor del 95 por ciento de las municipalidades depende en un 95 por ciento del situado constitucional y de IVA-Paz. Es decir, no viven de los recursos que pagan los vecinos sino de aportes y transferencias que les hace el Gobierno central. Entonces, en esa parte estamos blindados. El otro cinco por ciento, las municipalidades grandes del país, como Guatemala, Villa Nueva, Escuintla, Mazatenango, Santa Catarina Pinula, Mixco y Chinautla, sí tienen recaudación de otras fuentes como el IUSI, boleto de ornato, licencias de construcción y servicios como agua potable. Esas municipalidades tienen dinero y ahora es cuando deben reorientarlo para comprar mascarillas, equipo para limpiar las calles y los mercados, hacer protocolos de desinfección para vehículos que entran al municipio, bolsas de alimentos a cambio de trabajo.
La reorientación de los recursos se podrá hacer mientras el Estado de Guatemala siga haciendo las transferencias que tenía proyectadas y el Estado tiene suficientes recursos.
–En los últimos días las alcaldías compran víveres. Por otro lado, el Ejecutivo impulsa sus propios programas de ayuda, pero pareciera que no hay una coordinación entre municipalidades y administración central. ¿Es utópico hablar de una comunicación fluida entre gobierno central y gobiernos locales?
–Depende de la cabeza. Si el presidente (Giammattei) quiere resolver la crisis con los alcaldes lo va a hacer. En el gobierno del presidente Jimmy Morales, tuve múltiples diferencias, a pesar de lo que indica la historia.
Todos los años, mil millones de quetzales iban al fondo común porque el ministerio de Desarrollo no lograba invertir su presupuesto. Y lo que sí invertía era en planilla. Yo le propuse a los diferentes ministros que pasaron por ahí que ejecutaran programas sociales por medio de municipalidades a través de convenios. Por ejemplo: una bolsa de alimentos a cambio de desinfectar el municipio para afrontar esta crisis. Se le da a la alcaldía Q90 mil para que pueda comprar insumos y repartirlos a la población de acuerdo con la política del Gobierno central, con la debida fiscalización. Eso le permite al alcalde comprar en el municipio y reactivar la economía local, pero también le da la oportunidad de atender a la gente que lo necesita, porque él está cerca de la necesidad inmediata. Es mentira que un ministerio, con un ministro nuevo, sepa dónde están los líderes comunitarios para resolverlo. Eso es falso.
–¿Qué tan buenas ejecutoras son las municipalidades? Lo que se ha visto ahora con el bono de la economía informal es que a muchas alcaldías les representará un reto identificar a comerciantes del sector informal porque no los tienen registrados.
–Hay municipalidades como Villa Nueva que tiene identificada a sus locatarios. Pero en el interior yo pensaría que es más fácil. Voy a poner un ejemplo: la misma comunidad de comerciantes de Chichicastenango sabe quiénes participan en el comercio informal de ese mercado. Entonces usted dice: tengo mil bonos para esos comerciantes. Se hace copartícipe por medio del Comude a la asociación de vendedores de ese mercado y ellos se encargan, junto con el alcalde, de fiscalizar que la ayuda llegue a quien lo necesita. Siempre va a haber más de algún conflicto, pero creo que la autorregulación de grupos asociativos es la mejor garantía de fiscalización social.
–¿Y qué pasa con los vendedores informales que no están registrados? El que vende granizadas en una carreta, el que vende helados, la señora que vende refacciones afuera de las escuelas…
–La municipalidad tiene maneras de reconocerlos. Se puede consultar con la junta de padres de familia de una escuela quién es la que vende refacciones afuera, hay formas de verificar que esa gente tenía una actividad productiva en determinado lugar.
–Algunos ediles se sienten desorientados sobre cómo elaborar la lista de beneficiarios del bono de la economía informal. En Quetzaltenango, el alcalde dijo a sus vecinos que no tenía idea de cómo iban a organizarse, ¿qué deberían hacer en tanto llegan las reglas del presidente?
–Es falta liderazgo entre los alcaldes para asumir la responsabilidad de dar dirección y norte hacia donde hay que caminar. Deben preparase para el exceso de demanda que tendrán más adelantes. Eso pueden hacer los alcaldes y no requieren de muchos recursos. Todos tienen cementerios, tienen más de alguna retroexcavadora para hacer las fosas familiares, tienen salones municipales y les pueden poner catres y equipar con lo mínimo necesario para aislar a familias contagiadas. Esto ayudaría al ministerio de Salud y al Gobierno. Lo que no queremos es lo que vimos en otros países (donde los cadáveres se veían arrojados en calles).
Ahora, en asistencia social, como alimentos, los alcaldes estarán atados de manos si no cuentan con instrumentos legales para reorientar sus recursos. Aquí la Anam puede asumir un rol importante. Yo no he hablado con Miguel Ovalle (recién electo presidente de la Anam). Con él hubo un distanciamiento. Aunque era mi amigo y vicepresidente (en la junta directiva de la Anam), yo me opuse a su candidatura, no porque fuera malo, es muy capaz y muy buen alcalde. Pero yo me oponía a que fuera una Anam plegada al Gobierno porque iba a pasar lo que está pasando ahorita. No hay liderazgo para salir con propuestas que obliguen al presidente a tomar en cuenta a los alcaldes, ese es mi llamado. Si yo pudiera hablarle al presidente le diría que oriente a los alcaldes y les dé recursos para atender las necesidades a nivel local. Hay que reconocer que, eventualmente, vamos a requerir de liderazgos locales.
Ese rol (de liderar la discusión) lo tiene la unidad nacional, y con eso me refiero al Presidente de la República. La queja de algunos alcaldes es que se les ha hecho a un lado. Lo que reclaman es que se les reconozca como líderes locales. Yo creo que un buen Presidente gobierna con los alcaldes y hoy es cuando debe activar el municipalismo. Esa era mi queja: Cuando elegimos un presidente (de la Anam) plegado al presidente la república, lo que se les dice a los alcaldes es “hagan lo que el presidente diga”.
–Aunque parezca anticipado, ¿en qué momento los alcaldes deben empezar a preparar morgues y fosas comunes?
–El presidente ha tomado buenas decisiones, pero las ha hecho a nivel central, y cuando el sistema colapse, las necesidades recaerán en el gobernador y en los alcaldes. Por ejemplo, aquí en Estados Unidos, (la gestión de la crisis) funcionó porque el gobernador hizo su trabajo, no el presidente (Trump). Lo hizo el alcalde, lo hizo el líder de la comunidad, ¿Qué piden los alcaldes hoy? Una guía ¿y quién puede ser esa guía? La Anam, pero hoy está amarrada a lo que el presidente diga.
Cuando la crisis llegue y el gobierno no pueda atender las necesidades, ¿qué salón tiene usted (alcalde) para meter en cama a los pacientes que quieren sacar de una casa porque se enfermó? ¿Dónde va a meter a los muertos si no hay morgues? ¿Dónde los va a enterrar? Los alcaldes debería empezar a resolver esas preguntas.
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