Guatemala, País

    Mirja Valdés

Sensibilizar, la clave para que los alcaldes se sumen a prevenir la desnutrición

Hay historias por contar, como qué hacen los 340 jefes ediles para que el hambre se termine. La municipalidad es la autoridad más próxima a vecinos como Martín y Salomón Choc Bol, gemelos de tres años que viven en el caserío San José La Laguna y que son atendidos por Narú, la única ONG que trabaja con niños desnutridos en Senahú, Alta Verapaz. ¿Y el Estado?

A las alcaldías hace falta cuestionarlas cuando responden que “no hay presupuesto que alcance”, pero al fiscalizar sus arcas se constata que adolecen de planificación o poco entendimiento del tema. La desnutrición la abordan de manera asistencialista con regalar frijol, arroz, una botella de aceite y azúcar, cuando es un problema estructural.

Vienen de hacer lo mismo y, por lo tanto, de no salir del problema. En Guatecompras se puede constatar cuánto de sus recursos los dirigen a una estrategia o a adquirir alimentos. En Cuyotenango, Suchitepéquez, por ejemplo, el alcalde que se encuentra en su sexto período consecutivo entrega huevos a los vecinos más desfavorecidos, cada quince días, desde el año 2000.

De 2015 al 12 de octubre de 2022 la cuenta iba por de Q3.8 millones. Aunque nadie mide el impacto directo en la salud de quienes reciben ese alimento cada dos semanas, el IV Censo Nacional De Talla En Escolares Año 2015 ilustra la situación: Cuyotenango está en la categoría alta en desnutrición crónica.

Solo 164 municipalidades de las 340 cuentan con una partida presupuestaria para prevenirla. Todas juntas suman Q222.1 millones, cuatro veces el monto anual que destina la Secretaría de Salud Alimentaria y Nutricional (Sesan), para pagar a sus trabajadores

El alcalde Santa Apolonia, Chimaltenango, entrega en la sede municipal los Froot Loops que dona Kellog´s México. Foto: Edwin Bercián

Respuesta temporal de visión corta

El asistencialismo de los jefes ediles sacia el hambre de sus vecinos un momento, pero no acaba con el problema. La Sesan, la coordinadora de este tema, solo puede sensibilizar –ojo al término, sensibilizar– a los alcaldes para promover comportamientos y abordajes estructurales. Con la autonomía municipal por delante solo pueden sugerir

Con la estrategia que sea, la estructura de Gobierno es la que está colapsada, advierte Jorge Pernillo, experto en salud alimentaria y nutricional. “No funciona porque es débil, inepta y corrupta. Pero los delegados departamentales de la Sesan deberían ser los actores que articulen y asesore a los alcaldes”, insiste.

Esta secretaría recién tuvo a la vista los resultados de un costeo municipal piloto, una medición de cuánto dedican y cuánto deberían asignar las alcaldías a la seguridad alimentaria nutricional en tres municipios de Quiché. Trabajaron con Nebaj, San Juan Cotzal y Chajul que registran tasas de 61.9, 69.1 y 72 % de desnutrición crónica, respectivamente, según el Censo Escolar de Talla y Peso. Son lugares donde al menos seis de cada diez niños padecen desnutrición crónica.

De nuevo: les sugirieron invertir como mínimo el 30 % de sus presupuesto en proyectos de agua, saneamiento y educación sanitaria. Nebaj, por ejemplo, no destinó nada a drenajes y alcantarillado. Chajul y San Juan Cotzal reservaron Q5.36 millones y Q5.57 millones para “agua segura”. Esto es poco si se toma en cuenta que deben atender a 4 mil 804 y 2 mil 287 personas, respectivamente.

Lorenzo Choc Bol cumplirá un año y no levanta la cabeza sin ayuda. Su madre lo alimenta con la poca leche que sale de sus pechos y con incaparina preparada con agua hervida. La familia Choc vive en condiciones de pobreza, en el caserío San José La Laguna, en Senahú, municipio de Alta Verapaz.

Existen cuatro partidas que están relacionadas con la lucha contra la desnutrición, pero no todos los municipios las registran. La que concentra mayor cantidad de recursos es la destinada a la disminución de la pobreza y pobreza extrema, seguida por la prevención de la mortalidad. En la primera participan 257 municipalidades con Q2.8 millardos y en la otra 121 con Q416.7 millones.

Para la prevención de la desnutrición crónica, 168 municipios destinan Q222.1 millones y para acceso al agua potable y saneamiento básico, Q4.6 millones.

Consulta cuánto destina tu municipio a estos programas aquí.

Tropiezo con la misma piedra

El gobierno central bautiza su programa con el nombre de la Gran Cruzada Nacional por la Nutrición y “prioriza su labor en 114 de los 340 municipios donde es urgente promover cambios de comportamiento”, explica Karin Medrano, coordinadora de Aprovechamiento Biológico de la Sesan.

Y otra vez: la Sesan solo puede sugerir y sensibilizar a los alcaldes para que aborden el problema de manera estructural y menos asistencial. Sensibilizar a los que se repiten en el cargo y a los recién llegados cada cuatro años –en las elecciones de 2019, siete de cada diez alcaldes eran nuevos– para provocar en ellos cambios de comportamiento. Todo para que más vecinos como Martín y Salomón no padezcan desnutrición.

Hace 21 años el hambre también se consideró de urgencia para declarar un estado de calamidad cuando la sequía y las secuelas del huracán Mitch agravaron la falta de alimentos.

Desde entonces cinco presidentes y cuatro programas redujeron 6.7 % la desnutrición crónica: de 53.2 % en 1999 a 46.5 % en 2015, según el último dato recogido en la Encuesta Nacional de Salud Materno Infantil (ENSMI) 2014-2015.En dos décadas es un resultado pobre, por eso costaba tomar en serio la promesa del comediante, el expresidente Jimmy Morales, de reducir 10 % la desnutrición crónica en cuatro años.

En Guatemala, las dos herramientas utilizadas para medir la desnutrición son la ENSMI y el Censo Nacional de Talla en Escolares. En 2015, ofrecieron una fotografía del momento que debió volverse a tomarse cinco años después, pero eso no ha sucedido.

“Lamentablemente, en Guatemala la elaboración de ambos instrumentos depende de donaciones”, dice Walter Figueroa, el economista a cargo dirigir la próxima ENSMI. Se estima que costará US$7 millones. De momento está en la fase de planificación.

También puedes consultar: Las cifras más recientes sobre la desnutrición crónica.

En Sacapulas, Quiché, el centro de salud lleva el registro de los pacientes. Foto Edwin Bercián

Cuál es la respuesta municipal

La Ley de Seguridad Alimentaria y Nutricional (Decreto 32-2005) ordena la creación del Consejo Nacional de Seguridad Alimentaria y Nutricional (Conasan). Desde el vicepresidente, ministerios y secretarías su participación es obligatoria, lo que no ocurre con las municipalidades. “Respetando los principios de autonomía municipal y división de poderes, podrán ser miembros del Conasan si así lo consideren conveniente”, cita la norma y menciona a la Asociación Nacional de Municipalidades (Anam), el vínculo con los alcaldes.

Diego Ochoa, alcalde de El Tumbador, San Marcos, representa a la Anam en el consejo. La información a los jefes ediles la llevan a través de capacitaciones sobre las prioridades al momento de la administración municipal.

“Como Anam solo podemos sugerir, la decisión sobre qué invertir es propia de cada concejo. Tengo bien claro que el tema no solo pasa por dar alimentos y ya. Algunos (alcaldes) responden (entienden el tema), pero no todos”.

En el censo de talla los niños del municipio de Ocha están en la categoría de vulnerabilidad nutricional “alta”, puesto 127. El Tumbador dedicó Q209 mil 159 al combate de la desnutrición crónica según el portal de Gobiernos Locales.

La población tiene la creencia, dice Ochoa, que hay una partida para ferias y le exigen que se gaste en ello. “Recuerdo cuando los vecinos se organizaban para celebrar su fiesta patronal. Esto cambió cuando, en su intento de permanecer más tiempo en el cargo, los alcaldes anteriores asignaban recursos para esos festejos”.

De hecho él también: gastó Q5 mil en tela para las cortinas de la iglesia católica para celebrar a Los Santos Reyes y Q17 mil en un show de luces por motivo de la feria.

Consulta aquí la situación de tu municipio: niños y niñas con desnutrición crónica según los censos nacionales de talla.

Algunos programas, como el de Sacapulas, obliga a los padres de familia a recibir charlas nutricionales a cambio de los alimentos que reciben. Foto Edwin Bercián.

Los delegados departamentales de la Sesan se acercan a las alcaldías a través de las Comisiones Municipales de Seguridad Alimentaria y Nutricional (Comusan) para sensibilizarlos y procurar cambios de conducta. Llegan con ellos a negociar las prioridades de país, a procurar más abordaje estructural y menos asistencialismo. Y a sugerirles que instalen su Oficina Municipal de Seguridad Alimentaria y Nutricional (OMSAN).

Ojoconmipisto envió 25 solicitudes de información pública a municipalidades de cinco departamentos, solo 16 respondieron. Llama la atención que las Comusan lo mismo la dirigen los jefes ediles o quienes están a cargo de la Oficina Municipal de la Mujer o de la Oficina Municipal de Seguridad Alimentaria y Nutricional.

A la pregunta: ¿Qué acciones emprende la municipalidad para disminuir la desnutrición crónica y aguda en el municipio? “No aplica”, respondió San Pedro Jocopilas, Quiché. No le dedica recursos al tema, descansa en el Gobierno central para dar cobertura.

O como Cahabón, Alta Verapaz: “La municipalidad actualmente no cuenta con una política de seguridad alimentaria”. Sin embargo, destinó Q2.7 millones a la partida “prevención de desnutrición crónica”. En Santa Cruz la Laguna, Sololá, los recursos se usan para el pago de “personal administrativo y gestiones de la oficina”.

Pero también están las que lo intentan. Tecpán, Chimaltenango, le asigna recursos municipales a la seguridad alimentaria y nutricional de sus vecinos. Más que llevar alimentos le apuesta a la capacitación, al monitoreo y ral registro de vecinos beneficiados.

El interior de la cocina de la familia Gómez Bixcul que vive en Concepción, Sololá, en condiciones de pobreza. Foto: Sandra Sebastián.

La vital ayuda internacional

A lo largo de la entrevista a cuatro miembros de la Sesan, la expresión “cooperación internacional” se repitió a cada momento. Para levantar los datos de la próxima ENSMI, que se estima costará US$7 millones, la cooperación internacional pondrá el 75 %. El costeo municipal en tres municipios de Quiché se pagó con estos recursos.

El costeo municipal en tres municipios de Quiché se pagó con recursos de la cooperación internacional.

La Gran Cruzada Nacional por la Nutrición , el programa impulsado por el presidente Alejandro Giammattei, también es una estrategia propuesta por la comunidad internacional analizada por un comité técnico para llevar a cabo cinco líneas de acción: salud y nutrición, disponibilidad y acceso a una alimentación saludable, protección social, agua segura, saneamiento e higiene, y comunicación para el cambio social y de comportamiento.

Consulta aquí si tu municipio es uno de los 114 que cubre la cruzada.

La Secretaría de Planificación y Programación de la Presidencia de la República de Guatemala (Segeplan) registra la cooperación no reembolsable en el país: lo dedicado a seguridad alimentaria nutricional es Q1 millón 274 mil 273.

Para este año, el presupuesto aprobado de la Sesan es de Q55.6 millones utilizados para el pago de servicios personales, materiales y suministros; para 2023 solicitaron Q58.4 millones. Entre personal administrativo y técnicos tiene 427 trabajadores. “Nosotros somos un ente coordinador, no ejecutamos”, recuerda Oscar Flores, asesor del despacho superior de Sesan.

Los otros Q10.2 millardos asignados se distribuyen en las entidades coordinadas por la secretaría. El ministerio de Agricultura designa para huertos familiares y escolares Q326.6 millones; el ministerio de Desarrollo Social Q773.8 millones en costo directo e indirecto del bono social; el ministerio de Educación Q109.0 millones en Acompáñame a Crecer y Q406.2 millones en Alimentación Escolar (Cocinas). También Conalfa, Fontierras, el ministerio de Trabajo; 17 entidades.

A nivel local los alcaldes esperan que el apoyo en el tema de nutrición llegue del Gobierno Central y estos a su vez atenidos a los recursos de la cooperación internacional.

La fuente de agua de la familia Gómez Bixcul que vive en Concepción, Sololá. Foto: Sandra Sebastián.

En 17 años de existir, la Sesan aprendió lecciones como que no se puede trabajar sin bases de datos actualizadas –la ENSMI y el censo de talla– aunque realizarla no depende de ellos. También ven la necesidad de una estrategia de Estado que, como dicen, “no importa el nombre que le quieran poner (el Gobierno de turno a su campaña contra el hambre), pero que continúen el trabajo de sensibilizar”.

Desde que se aprobó, la Ley de Seguridad Alimentaria y Nutricional en 2005 no ha tenido un solo cambio, que sí lo necesita. “Ya está en el Congreso con dictamen favorable a la espera de la voluntad de los diputados”, dice Flores. Una de las modificaciones es sumar actores al Sistema Nacional de Seguridad Alimentaria y Nutricional (Sinasan) que no existían al momento de aprobarse, como el ministerio de Desarrollo Social (Mides), y sumar un enfoque hacia la malnutrición. La iniciativa no sugiere nada para los alcaldes.

También se trabaja en actualizar la Política de Seguridad Alimentaria y Nutricional (Polsan) desde el Ejecutivo, lo cual ven necesario.

Hay que ser optimistas sin perder la realidad. Jorge Pernillo, el experto en seguridad alimentaria, lo advierte al principio: “la estrategia que sea la estructura de Gobierno es la que está colapsada”. Y lo sabe la cooperación internacional, dice.

“No podemos seguir de la misma manera, aunque tengamos los mejores técnicos y la mejor estrategia. Con las estructuras de los ministerios de Salud, Agricultura y Desarrollo, Mides y la incapacidad de los alcaldes, no podemos”.

El carnet de Tomás Gómez Bixcul lleva el registro de las vacunas y los controles médicos. El niño tiene cinco años y está desnutrido. Foto: Sandra Sebastián.

Decir que ven el vaso medio lleno en Sesan tampoco es cierto, pero ven que tiene agua cuando cuentan historias de municipalidades como la de San Mateo Ixtatán, Huehuetenango, donde el jefe edil se empoderó del tema y procuró cambios en su gestión.

O en San Juan Ermita, Chiquimula, donde consiguieron  reducir 7.1% la desnutrición crónica, el alcalde de la administración anterior empezó y el actual continuó. “Se monitoreó a cada niño y se midió su recuperación”, presume Karin Medrano, de la Sesan.

Se logró medir –de nuevo– gracias a recursos proporcionados por la cooperación internacional. Mientras esa ayuda esté la Seguridad Alimentaria y Nutricional tendrá esperanza.

Todo lo demás descansa en sugerir y sensibilizar a los gobernantes de turno. Ojalá tengan mejor suerte los vecinos que vienen detrás de Martín y Salomón, y que su alcalde se cuente entre los sensibilizados.