Primero llega la covid-19
que el agua

San Juan Sacatepéquez se encuentra en rojo a causa de la pandemia. Los vecinos de la aldea Loma Alta tienen problemas para “lavarse las manos” y evitar la enfermedad porque no hay agua.

Antes llegó la covid-19 que el agua

San Juan Sacatepéquez se encuentra en rojo a causa de la pandemia. Los vecinos de la aldea Loma Alta tienen problemas para “lavarse las manos” y evitar la enfermedad porque no hay agua.

  • Jody García

  • @Jodyreporta

  • San Juan Sacatepéquez

  • Oliver de Ros | @Oliverderos

Loma Alta está ubicada en San Juan Sacatepéquez, Guatemala, un municipio que se mantiene entre naranja y rojo desde que el coronavirus llegó al país, en marzo de 2020.

El año pasado, en junio, una unidad móvil de la alcaldía llegó con mascarillas y les aconsejó “lavarse las manos constantemente” para evitar el contagio, pero ¿con qué agua?

Pese a la naturaleza que la rodea –pequeñas montañas verdes e invernaderos de crisantemos, rosas y margaritas–, la aldea no cuenta con drenajes y sufre escasez.

No tienen cómo apagar el fuego. En junio de 2021 enterraron al presidente de la Oficina de Agua que murió por la covid–19.

San Juan Sacatepéquez tiene 45 mil 416 hogares y el 57 por ciento recibe el recurso de forma entubada. El 36 por ciento la obtiene de pozos, camiones y chorros públicos, en ese orden.

El resto recolecta la lluvia o acude a ríos y manantiales. Los 42 pozos, los 48 plomeros y los Q32.4 millones que la municipalidad destina para el manejo del recurso son insuficientes. El alcalde Juan Carlos Pellecer no responde los llamados de Loma Alta.

"Primero llega la muerte…", Juan Alberto Subuyuj y Paulino Turuy, de la Oficina de Agua de Loma Alta.

La municipalidad destina el 21.6 por ciento de su presupuesto (Q150 millones) a proyectos de agua potable.

foto de excavadora de pozos

Los vecinos han excavado, sin éxito, tres pozos en busca de agua.

Un pueblo, un pozo y una pandemia

En la aldea, donde viven alrededor de tres mil personas, la única fuente de agua potable es un pozo mecánico administrado por los vecinos.

Ellos fundaron la Oficina de Agua que hoy dirige Juan Alberto Subujuy Choc, el vicepresidente. Ocupa el cargo desde julio pasado, tras la muerte del presidente.

De acuerdo con el líder comunitario, la aldea no cuenta con tuberías bajo tierra, su sistema de distribución es rústico y está a punto de colapsar.

El pozo mecánico bombea agua día y noche, la transporta al tanque ubicado en la montaña y luego baja a los hogares por gravedad. Aquí los tubos de PVC cuelgan entre las casas.

Cada año, la comunidad extrae menos agua. “Lo que bombeamos en una jornada, solo nos alcanza para distribuir a 35 familias, nada más”, dice Subuyuj.

Esto lo atribuye a la deforestación –donde antes había árboles hoy hay casas de block y lámina–, a la baja del caudal y a la inestable temporada de lluvia.

Al principio de la pandemia, en marzo de 2020, Subuyuj y otros dirigentes acudieron a la municipalidad para exigirle a Pellecer Agustín una respuesta, pero no fueron escuchados. “El conserje no nos permitió ingresar”.

Después de decenas de cartas, llamadas y gestiones, los habitantes lograron una sola cosa de la alcaldía: que mandara dos pipas de agua a Loma Alta.

“En lo que uno se muere (por covid–19), llega el agua”, cuenta Subuyuj, frustrado por la falta de respuesta del gobierno local. El primer caso en el municipio se conoció el 2 de mayo de 2020, el alcalde dijo que la mujer de 69 años se contagió en la ciudad de Guatemala, en las clínicas del seguro social.

Hasta el 2 de septiembre de 2021, en San Juan Sacatepéquez se habían realizado 25,321 pruebas, confirmado 5,245 casos y 135 fallecidos.

En cuanto a la vacunación, el 20.7 por ciento de la población ya había recibido una primera dosis y el 8.9 por ciento, esquema completo.

Durante el estado de emergencia, la municipalidad sólo compró 500 mascarillas Blue Eagle 2 para el personal de la comuna. Por cada una pagó Q100 y las adquirió a un proveedor del Ministerio de Defensa.

foto contador de agua

Paulino Turuy, el único fontanero de Loma Alta, muestra el contador del agua. La suministra de forma racionada a la comunidad.

Quien tiene la llave, tiene el poder

Administrar el único pozo de la comunidad es una tarea difícil para la Oficina del Agua, pero más para el fontanero encargado de abrir las llaves y distribuir el líquido entre los cuatro sectores que conforman Loma Alta.

“Mi pobre teléfono no descansa todo el día. Me dicen, ´mire, poquito cayó, queremos más´, pero de dónde voy a sacarla. Yo no puedo hacer nada.

Les digo que tenemos que buscar ayuda o cavar otro pozo”, relata Paulino Turuy, un hombre joven, delgado y de baja estatura que tiene uno de los trabajos más demandantes de la localidad.

Turuy es el único plomero de la aldea. Su trabajo consiste en administrar el pozo de 800 pies de profundidad, perforado en 1998 con apoyo municipal.

Su capacidad ha disminuido, de bombear 125 galones por minuto, ahora solo se extraen 15. Por eso abre la llave que abastece a uno de los cuatro sectores durante una hora, tiempo en el que la comunidad debe llenar sus toneles.

“Recibo agua cada cuatro días”, relata Ana López. Con esto logra llenar dos toneles y tres botes que utilizan los cinco miembros de su familia para bañarse, lavar ropa y trastes, cocinar y beber.

Además, cada semana destina Q10 para un tonel de 200 litros. Los pobladores deben pagar por el servicio pues quienes se benefician del pozo tienen contadores. En invierno, recolecta la lluvia en los dos canales que cuelgan del techo. Solo la usa para lavar ropa.

Óscar Tuquer también es parte de la junta directiva de la Oficina de Agua. Todos los días viaja en su picop donde transporta un tanque con agua recolectada del pozo artesanal para regar las flores de su invernadero. L

o que sobra se lo lleva a su vivienda. Su casa está llena de toneles, pilas vacías y uno que otro bote lleno. El día de la entrevista, a su hogar no le tocaba recibir agua del pozo.

foto bote de agua

Sin tuberías, las personas de Loma Alta lavan ropa con agua que almacenan en botes.

Tres intentos caros y fallidos

En Loma Alta, donde sale más aire que líquido de los grifos, las familias racionan el agua hasta para lavarse las manos.

Esta crisis ha mantenido a la comunidad en una búsqueda constante por identificar otras formas de abastecerse. “Buscamos apoyo para encontrar nuevos pozos porque pronto nos vamos a quedar sin agua”, enfatiza Subuyuj.

"Nosotros buscamos apoyo para encontrar nuevos pozos porque pronto nos vamos a quedar sin agua",

Juan Alberto Subuyuj, vicepresidente de la Oficina de Agua de Loma Alta.

Los vecinos han invertido más de Q300 mil en ese proceso. Desde 2018, cada año han comprado maquinaria valorada en aproximadamente Q125 mil para excavar en un terreno donde, según un estudio contratado a una empresa privada, hay agua.

Los tres intentos han sido vanos. La maquinaria se dañó y solo quedaron las piezas de metal oxidadas.

“Queremos hacer otro estudio en una parte más baja de la comunidad, creemos que allí puede haber agua”, dice Subuyuj. Actualmente, la junta directiva busca financiamiento para ello pues la municipalidad no suelta ni un centavo.

Se solicitó una entrevista con Pellecer, pero en ese momento, se indicó que estaba contagiado de covid-19. En videos de Facebook, el alcalde asegura que el suministro de agua es prioridad en su gestión. Pero los habitantes de Loma Alta no le creen.

1) Ana López llena cuanto recipiente tiene, cada semana destina Q10 para comprar un tonel. 2) La COVID–19 llegó en mayo 2020 al municipio. 3) Óscar Tuquer usa el pozo artesanal para regar las flores de su invernadero. 4) Hacer un pozo artesanal representa para ellos Q125 mil promedio.