Gobernar con la mayoría, gobernar con la minoría
Guastatoya y Mazatenango son caras opuestas. El alcalde del primer municipio tiene el 85 por ciento de los votos en el concejo. El segundo, menos de la mitad.

Esta es la historia de dos cabeceras con alcaldes reelectos: en Guastatoya, El Progreso, el alcalde es Jorge Orellana, a quien se le conoce como Congo, y en Mazatenango, Suchitepéquez, es Manuel Delgado. Sin embargo, sus realidades no pueden ser más distintas ya que, mientras el primero tiene a la mayor parte del concejo a su favor, el segundo, no.

Orellana llegó por primera vez al cargo en 2015 con el partido Libertad Democrática Renovada y su planilla ocupó cinco de siete sillas titulares en el concejo municipal. En 2019 ganó las elecciones con la Unidad Nacional de la Esperanza (UNE). Obtuvo el 51.8 por ciento de los votos y a su organización pertenecen seis de los siete puestos titulares.

En Mazatenango, Delgado quedó como alcalde por primera vez en 2003 con el Comité Cívico Mazateco y tras ello ganó otras tres veces -no consecutivas- con el Comité Cívico El Conejo.  En 2019 fue electo con los votos a favor del 15 por ciento del electorado y solo tiene la mitad de los puestos titulares en el concejo.

El Código Municipal define al concejo como la autoridad máxima dentro de una corporación, la cual toma decisiones por mayoría, y cuyo encargado de ejecutarlas es el jefe edil.  Para Orellana esto resulta sencillo, dice, pero para Delgado, no tanto.

En el concejo de Guastatoya, el partido del alcalde tiene seis de siete sillas titulares y cuatro de los miembros buscan la reelección con Jorge Orellana. Crédito: Municipalidad de Guastatoya.

Llegar juntos es el principio

Aunque están en municipios distintos, ambos concejos coinciden en algo: en 2020 querían hacer equipo. “Yo les puse las cartas sobre la mesa. Aunque fuéramos del mismo partido o no, todos íbamos a proponer y a decidir, porque nadie iba a estar sin hacer nada. Así lo hacemos a la fecha y nos consideramos amigos”, cuenta Orellana. Ahora que busca la tercera reelección con el partido Vamos, incluyó en su planilla a cuatro miembros de la corporación.

“No extraña que Congo diga que los concejales son sus amigos, porque en un pueblo pequeño todos se conocen. Los solemos ver en eventos o en la feria y apoyan al alcalde en los discursos. Parecen buen equipo”, cuenta una vecina, Norma Mejía.

En Mazatenango, dice el síndico I Genaro Gil, también empezaron con afán colaborativo, pero tras seis meses, éste se fragmentó: “Al principio decidíamos en conjunto. A partir de la pandemia, los integrantes del concejo que proponemos no alcanzamos la mayoría y otros ni siquiera toman partido. Desde entonces, el alcalde tiene la última palabra”.

“A los concejales los solemos ver en eventos o en la feria. Apoyan al alcalde en los discursos. Parecen buen equipo.”

Norma Mejía, vecina de Guastatoya.

Delgado no busca la reelección y los concejales no saben por qué. Al parecer, se retiró por voluntad propia. Quienes sí aparecen en la papeleta electoral son algunos miembros de su corporación.

Así, José Pablo Rodas, concejal I, es ahora candidato a alcalde con el partido Cabal y en su planilla también están el síndico Gil y el concejal suplente Pedro Yotz. El concejal VII, Eliseo Tebalán, busca ser alcalde, pero con la UNE.

Según los vecinos, a Manuel Delgado, alcalde de Mazatenango se le suele ver a solas, aunque a algunas inspecciones de obras le acompañan dos o tres miembros del concejo. Crédito: Municipalidad de Mazatenango.

Al preguntarle a uno de los vecinos, Mario Morales, cómo se ve la dinámica de trabajo fuera del palacio municipal, dice no saber: “A los concejales casi no los vemos. Él (Delgado) suele ir solo, pero del resto no oímos mucho”.

A criterio de la politóloga Claudia Villagrán, en Guatemala casi no existe identidad partidaria y “no importa mucho pertenecer a una agrupación u otra en el concejo. Lo que influye es el trabajo en equipo. Si el alcalde no cohesiona a los miembros, no se cumple la representatividad que, en teoría, da una corporación”, explica.

Esto a la vez puede impactar la legitimidad del concejo ante los vecinos, pues al no verse representados, “en algunas comunidades la gente no sabe ni quién es el alcalde”. Eso ocurre, según Villagrán, cuando se ejecutan planes en pro de unos pocos sectores porque las decisiones no fueron producto de un consenso.

Ambas cabeceras disminuyeron su puesto en el índice de competitividad local. En 2018 Guastatoya ocupó el lugar 25 y Mazatenango el 93. En 2022, Guastatoya obtuvo el 31 y Mazatenango el 125. Orellana atribuye su declive a la falta de territorio para crecer, mientras Gil lo ve como resultado de no tomar decisiones para favorecer la recaudación.

“La gente achaca al concejo la falta de desarrollo. Pero todos los patrones se rompen cuando se le da todo el poder al alcalde cuando no se alcanzan acuerdos”, concluye Gil.

Monto que Jorge Orellana, alcalde de Guastatoya, ha pagado en multas a la Contraloría General de Cuentas desde 2016.

Q412,833