Concepción

    Isaias Morales
    Sandra Sebastián

Concepción prefiere exportar sus verduras antes que consumirlas

Eneyda Tobar es la única nutricionista de Concepción, Sololá. Pero no llega todos los días. Atiende otro puesto de salud en la cabecera, a media hora de distancia.

De enero a septiembre de 2022 asegura que detectó cinco casos de desnutrición crónica infantil en Concepción y siete en 2021, pero estima que el número es mayor. No tiene un censo actualizado. El último disponible es de 2015 y mostró una incidencia de 63 %, la más alta del departamento.

Muchos casos no están registrados. Como el de Tomás Cumes Bixcul, “Tomasito”. Mario de León, director de la escuela primaria, asegura que el niño no asiste con regularidad a clase y cuando lo hace “tiene demasiada hambre, se mantiene con sueño y es más pequeño que los demás”.

Concepción es uno de los 114 municipios priorizados por la Gran Cruzada Nacional por la Nutrición, ocupa el puesto 24. Las cifras oficiales hablan de 63.6 % de niños menores de cinco años con desnutrición crónica.

Juntos no es posible

La mamá de “Tomasito”, Marta Bixcul Ajiquichi, de 29, tiene otros tres hijos comprendidos entre los tres y diez años y está embarazada del quinto. Su alimentación es la misma todos los días: hierbas, fideo, huevo, masa para tortillas y, a veces, carne. “Lo que consigo en la tienda”, dice.

Ella trabaja en casas de vecinos y gana Q25 diarios por lavar ropa. Su esposo labora en el campo y devenga Q60. Juntos no suman el salario mínimo para actividades agrícolas, los Q94.44 diarios (Q3,122.55 mensuales), ni logran cubrir el valor de la canasta básica (Q3,538.94).

Según Marta, su hijo está bien alimentado. Para demostrarlo, enseña su carné de chequeos de 2017 a marzo 2022. Pero no se ha revisado su estado nutricional en mucho tiempo. Y el centro de salud no puede confirmar si padece de desnutrición crónica porque no hay seguimiento de su peso y talla.

Marta Bixcul Ajiquichi muestra el carné de su hijo Tomás, el cuarto, que le entregó el ministerio de Salud. Ella tiene 29 años y está en su quinto embarazo.

En noviembre, la municipalidad planifica determinar cuántos niños entre los 0 y 5 años viven en el municipio y medir su talla y peso. Lo hará junto a personal del Centro de Atención Permanente (CAP) y delegados de la Secretaría de Seguridad Alimentaria y Nutricional (Sesan).

No lo hicieron antes porque no tenían el equipo. En noviembre de 2021, la alcaldía compró diez infantómetros (instrumentos utilizados para medir la longitud de los niños menores de dos años ) y cinco pesas digitales para el centro de salud. En total gastó Q19,850.

Los padres de familia tampoco acuden con regularidad a los puestos de salud. Y “cuando llegamos a las casas a monitorear la talla y peso de los niños, no están porque se los llevan al campo a trabajar”, indica Francisca Samines, directora de la Oficina Municipal de Seguridad Alimentaria y Nutricional (Musan).

Eneyda Tobar prevé un aumento de casos este último trimestre porque habrá escasez de alimentos. La temporada de cosechas, típica de la época, se vio afectada por las lluvias copiosas.

Cocina de la familia Cumes Bixcul que reside en la cabecera municipal de Concepción, Sololá.

Lo básico primero

De los 6 mil 600 habitantes de Concepción, casi casi un tercio son niños y niñas entre uno y nueve años. Sus agricultores cultivan cebolla, zanahoria, maíz y frijol, pero los pobladores lo exportan a la cabecera o a la ciudad de Guatemala. Poco queda para el consumo local.

Manuel Juracán relata que lo vende a mejor precio fuera. Con ello evita pérdidas como las que prevé para esta temporada, al menos Q6 mil.

Agricultores de Concepción, Sololá, trabajan en la selección de cebollas que luego enviarán a la ciudad de Guatemala para su venta.

La Comisión Municipal de Seguridad Alimentaria y Nutricional (Comusan) les capacita para consumir las verduras que cosechan, dice Julio Tzaput, delegado local de la Sesan. “Se sensibiliza para que, en lugar de una gaseosa, coman y compren los alimentos locales”.

Felisa Torres, coordinadora de proyectos de la organización Ceiba en Sololá, explica que el reto de las autoridades es promover mejores hábitos. “Se necesitan más huertos familiares y escolares. Hoy no valoran su propia producción”.

Pedro Juracán Lejá, el alcalde, asegura que no tiene presupuesto fijo para la oficina de seguridad alimentaria instalada que depende de las necesidades detectadas en reuniones de Comusan. A partir de estas, se entregan los víveres solicitados. Recién el 13 de octubre adjudicó la compra de 2,200 quintales de maíz blanco de primera en sacos de 100 libras, a solicitud de la Dirección Municipal de la Mujer. El valor fue de Q574,200.

Los vecinos piden agua para mejorar sus hábitos de sanidad y alimentación. Solo el 46 % tiene agua entubada. Según el jefe edil, para hacer estas obras dependen de que se apruebe el presupuesto 2023 en el Congreso. “O tendremos que esperar hasta el otro año”, admiten los pobladores.

Pedro Juracán Lejá dirige la municipalidad de Concepción por primera vez. Llegó con el partido Fuerza, es bachiller en Ciencias y Letras y tiene 43 años.

Aunque la alcaldía dice no tener fondos, de los Q23 millones que tuvo de presupuesto en 2021, solo utilizó el 44%. De esos, invirtió Q594 mil en el programa de prevención a la desnutrición. Es casi la mitad de lo que se gastó en pagarle dietas al concejo: Q1 millón 162 mil para sus ocho integrantes. Al 18 de octubre de este año había ejecutado el 53.4 % de sus recursos

Para este año también presupuestó Q8.7 millones para acceso de agua potable y saneamiento básico, y Q7.9 millones para la prevención de la pobreza y pobreza extrema.

Al preguntarle a la mamá de “Tomasito” si recibe apoyo de la comuna con alimentos responde que no. Finaliza la charla con Ojoconmpisto “porque debo lavar ropa antes que termine el día”.

Luego se lleva a su hijo y camina para buscar trabajo. Tendrá dinero para la comida del día.