Asturias y Neruda: una vida de viajes y batallas compartidas

Los escritores fueron nominados los mismos años al Premio Nobel de Literatura. El guatemalteco lo recibió en 1967 y el chileno en 1971. La Fundación Nobel desclasificó este año los documentos sobre el reconocimiento dado al poeta chileno.

Por

Jaime Moreno De León

La escena debió ser fascinante: un día cualquiera de mitad del siglo XX, en un aeropuerto europeo, un hombre corpulento y de rasgos afilados se presenta en migración y muestra su pasaporte. ¿Miguel Ángel Asturias? Sí, el mismo, debió decirle aquella persona a quien lo atendió, aunque con un acento un tanto extraño. No era Asturias, sino Pablo Neruda, el polifacético escritor chileno que llegaba al exilio tras varios años convulsos.

Si aquella anécdota fue posible fue gracias a la amistad que unió a ambos escritores durante varias décadas. Viajaron juntos, se acuerparon en los tiempos duros y cruzaron el siglo como hermanos. La relación entre Miguel Ángel Asturias y Pablo Neruda es más que literaria. Aquí algunas claves.

1971

fue el año en que Pablo Neruda recibió el premio. Hubo 137 nominaciones, dos de ellas por el escritor chileno, y 90 candidatos. En el listado también figuraron Jorge Luis Borges, Alejo Carpentier, Jorge Amado y Evaristo Ribera, de este continente, así como Heinrich Böll que lo ganó en 1972.

La llegada de Neruda al país de Asturias

Neruda había vuelto a Chile hacia 1940. En ese contexto, fue enviado a México como parte de la misión diplomática del país sudamericano. Pasó por varias facetas, pero una de ellas fue la de visitar a David Alfaro Siqueiros en la cárcel. El pintor, miembro activo del movimiento muralista mexicano, había caído preso luego de participar en el atentado contra León Trotski, en Coyoacán.

Pasados los meses, Siqueiros salió de prisión y Neruda apareció en Guatemala, en donde lo recibió un joven Miguel Ángel Asturias. La conexión entre ambos fue inmediata y desde entonces entablaron una amistad entrañable. Como Martí, Darío o Barba Jacob, su paso por el país tuvo tertulias, cenas y festejos hasta su final.

Miguel Ángel Asturias y Pablo Neruda en Guatemala.
Foto: Guatemala.com

Los chompipes

De sus andanzas y encuentros resultaron viéndose como grandes cómplices. Los chompipes, así se hacían llamar. Ambos aceptaban su figura corpulenta, su nariz afilada y el leve parecido que había entre ellos.

Para 1944, la Revolución había logrado cuajar en Guatemala y Asturias era parte importante del tanque de pensamiento del nuevo régimen. Pronto fue enviado como parte de la misión diplomática del país y colocado cónsul en Argentina. Su llegada a Sudamérica fue clave en su carrera, ya que pudo terminar de encajar en ese mundo en ebullición llamado boom.

A quien la suerte no le sonreiría de la misma forma por esos años fue a Neruda, quien debió salir nuevamente a un exilio forzado y terminó recayendo en Argentina a finales de la década de los cuarenta. Eso sí, en Buenos Aires se reencontró con su amigo de batallas, libros y reuniones sociales. Asturias, fiel a la causa, lo acogió en la ciudad porteña y le dio su apoyo incondicional.

“…por ser autor de una poesía que, con la acción de una fuerza elemental, da vida al destino y los sueños de un continente”. Esta frase resume la motivación de la Academia Sueca para entregarle el premio Nobel de Literatura 1971 al autor de “Veinte poemas de amor y una canción desesperada”.

Como prueba, la anécdota que abre este texto. En Confieso que he vivido, el propio Neruda contaba cómo había utilizado el pasaporte de Asturias para viajar por varios países hasta llegar a Europa. “Concédeme el placer de llegar a Europa transformado en Miguel Ángel Asturias”, puede leerse en sus memorias. Más allá de la estampa, aquel acto le permitió a Neruda jugar a ser alguien más para salvar su propia vida.

Tiempo después se reencontraron en Europa y viajaron juntos ya entrada la década de los sesenta. Uno de los destinos fue Budapest y parece que se la pasaron fenomenal. Comiendo en Hungría, ese libro que es una suerte de diario culinario y de ideas, lo demuestra. Habla sobre dos voces fundamentales del pensamiento latinoamericano del siglo XX y a la vez dos plumas determinantes para la literatura universal. Era 1965 y estaban en el apogeo de sus carreras: publicados, reconocidos, traducidos, leídos. Diez años después ambos habían ganado el Nobel de Literatura y ambos estaban muertos. Aquellas comidas, diálogos y estampas se erigieron como el testimonio de su amistad y como la antesala de la cima y el ocaso. El resto es historia.

Fuentes consultadas:

Liano, Dante. Ese territorio libre y diáfano que llaman amistad. Recuperado de: dantelianoblog.wordpress.com

Serra, Nicté. Neruda y Asturias. Recuperado de: nicteserra.com

Navarrete, Carlos. Pablo Neruda y Miguel Ángel Asturias: un poema clandestino y una lectura nocturna. Recuperado de: gazeta.gt

Bellini, Giuseppe. Asturias y Neruda: dos visiones del siglo XX. Recuperado de: cervantesvirtual.com

Neruda, Pablo. Confieso que he vivido. Barcelona (1974), Seix Barral.